Desempleo juvenil  (Foto: USI)
Desempleo juvenil (Foto: USI)

DAVOS. Como todos los años, a fines de enero, la atención de los líderes políticos, económicos, financieros y empresariales del planeta se dirige a la reunión anual del Foro Económico Mundial (FEM), celebrada en Davos, Suiza. La número 48 culminó el viernes último y tuvo como lema “Creando un futuro compartido en un mundo fracturado”. Las ponencias giraron en torno a la importancia de la colaboración de países, organismos y líderes internacionales para resolver los problemas globales, en especial, la creciente competencia entre las naciones y las profundas divisiones dentro de las sociedades.

La mayor atracción del evento fue Donald Trump, quien acudió a “tranquilizar” al mundo y explicar que “Estados Unidos primero” no significa que su país esté buscando aislarse del mundo, sino que está abierto para hacer negocios. Hay que recordar que hace un año, Trump se estrenaba como presidente de la mayor potencia global, y sus posturas contrarias al libre comercio y la incertidumbre existente respecto a qué orientación tendrían las políticas económicas que aplicaría dominaron las discusiones en Davos.

Doce meses después, se ha confirmado que Trump no ve con buenos ojos los tratados comerciales multilaterales –prefiere los bilaterales– y no le interesa la protección del medio ambiente, pero la reforma tributaria que implementó los últimos días del 2017 sí recibió el respaldo de los empresarios reunidos en la localidad suiza. Ese optimismo se debe a que las grandes corporaciones recibirán reducciones impositivas, aunque al parecer no han analizado las consecuencias fiscales que esas rebajas ocasionarán en el largo plazo.

Es que las empresas están muy entusiasmadas con las proyecciones de crecimiento de la economía mundial para este año y el mediano plazo, y parecen haber pasado por alto que tal expansión podría ampliar las desigualdades socioeconómicas, pues la estructura de los ingresos sigue sin haber cambiado, a pesar de que esa necesidad es abordada todos los años en Davos y en otras cumbres similares.

La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, resumió el estado actual de la economía mundial: si bien se vive un momento “dulce” gracias a las políticas monetarias flexibles aplicadas por los bancos centrales, advirtió que la recuperación afronta riesgos como el financiero, la falta de cooperación internacional, la persistencia de las desigualdades, el desempleo juvenil, el envejecimiento de la población y el menor volumen de inversiones en infraestructura. Estos desequilibrios podrían agriar las perspectivas, por más positivas que sean.