PATITOS FEOS. Además de articular el trabajo de los ministros para alcanzar los objetivos que el presidente Martín Vizcarra ha trazado, el jefe del Gabinete, César Villanueva, tendrá que prestar atención a las agencias adscritas a su cartera, en especial a dos que se encuentran bastante descuidadas: la Autoridad Nacional del Servicio Civil (Servir) y el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).

La reforma del servicio civil fue relanzada el 2013 (nació el 2008), pero ha avanzado muy lentamente y sufrido serias amputaciones en su cobertura. A la fecha, solo 52 entidades cuentan con resolución de inicio de adecuación emitida por Servir. Respecto a las exclusiones, la última fue la de los trabajadores administrativos del Poder Judicial –en marzo, por obra del Congreso–, que se suma a numerosas entidades cuya gestión de recursos humanos no es supervisada por Servir.

Entre ellas figuran las empresas bajo el ámbito de Fonafe (Sedapal, Banco de la Nación, Agrobanco, Cofide, Corpac, Enapu, Perupetro, Electroperú, etc.), así como Petroperú, Essalud, BCR, Sunat, SBS, Contraloría y, por supuesto, el Congreso. Una prueba de la orfandad de la agencia es que su jefe, Juan Carlos Cortés, ha renunciado, pero continúa en el cargo porque no le encuentran reemplazo. La obligación de Villanueva, que ninguno de sus antecesores asumió, es repotenciar Servir y darle el respaldo político que necesita.

En tanto, el INEI lleva ocho años con jefes interinos. El anterior, Aníbal Sánchez, tuvo que dejar el cargo por la cuestionable gestión del censo, pero continúa en la entidad como subjefe. Ese empadronamiento costó S/ 174 millones y pese a que se anunció que los primeros resultados se darían a conocer en enero, hasta ahora no se sabe nada. Por cierto, la difusión de los resultados finales estaba programada para este mes.

El INEI también presenta falencias en sus informes habituales. Por ejemplo, los de empleo para Lima salen cada mes, pero los de nivel nacional tienen otra periodicidad; y se calculan con metodologías distintas. El Ministerio de Trabajo tiene sus propias estadísticas, lo que se traduce en duplicidad de funciones y recursos. Otro ejemplo es la medición de la pobreza, pues se enfoca en el ingreso monetario pese a que los indicadores de condiciones de vida son un reflejo más preciso de la realidad.

Todos se quejan de la falta de profesionales en el Estado y de estadísticas oportunas y bien procesadas, pero nadie se ha ocupado con seriedad de resolver el problema. Esperemos que este Gobierno sí lo haga.