RESTAURANTES. ¿Es posible saber si en el sector formal hay empleo informal? Según el INEI, en las empresas con 51 y más trabajadores, el 19.4% de la planilla no cuenta con beneficios sociales. Se trata de las grandes empresas, que en teoría están registradas y reciben más atención de la Sunat. La informalidad laboral aumenta a medida que disminuye el número de trabajadores: 51.7% en las que emplean entre 11 y 50 personas, y 85.5% en las de 1 a 10.

En enero del 2013 se creó la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil), entre cuyas funciones figura la supervisión del cumplimiento de la normativa sociolaboral. Considerando la magnitud de la informalidad, sería imposible esperar que Sunafil resuelva tremendo problema por sí sola, en especial si no cuenta con los recursos humanos y logísticos necesarios.

De acuerdo con las estadísticas de esta entidad –que podrían mejorarse sustancialmente–, en el primer trimestre realizó 3,928 fiscalizaciones por denuncias en Lima Metropolitana, 576 menos que en el mismo periodo del 2017. Las actividades con más denuncias fueron industria, “otras actividades de…” (así es como figura en el informe), administración pública y hoteles y restaurantes.

La gastronomía es uno de los íconos del emprendimiento nacional y ha logrado que nuestro país sea visto como un destino imprescindible por los sibaritas del mundo. Por ello, resulta preocupante que incluso en restaurantes que son formales –y que por el tamaño de su planilla califican como empresas grandes o medianas–, todavía existan prácticas laborales similares a las de los establecimientos informales.

Las denuncias de mozos en el programa “Beto a Saber” de ATV no son las primeras, pero sirven para constatar que no se está avanzando y que es necesario complementar lo poco que Sunafil puede hacer con soluciones que más que castigar a los infractores, premien a quienes cumplen las reglas. Es el caso de la propuesta de Gastón Acurio –el líder del boom gastronómico–, de implementar una certificación que además de la calidad de la comida y del servicio, incluya el buen trato a los empleados.

Sería un error crear una entidad gubernamental o encargar la tarea a una existente. Lo recomendable es que el propio sector se autorregule, bajo la batuta de sus gremios representativos como Apega. El Gobierno contempla instalar una mesa ejecutiva para la gastronomía, pero ya hay una para el turismo, así que quizás lo más eficiente sea incluir en esta la problemática laboral, ya que no solo estaría presente en restaurantes sino también en hospedajes.