(Foto: AFP)
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DICTADURA. Cuando casi toda la región esperaba que lo sucedido el miércoles en Venezuela fuera el inicio del fin, el apoyo de la cúpula militar a Nicolás Maduro complica los esfuerzos de la oposición venezolana para lograr acabar con la dictadura, avanzar a una etapa de transición y convocar a nuevas elecciones generales libres, que es la propuesta de Juan Guaidó, quien juró como presidente interino de su país, amparado por la Constitución y por el apoyo mayoritario de la población.

Si bien los gestos internacionales no son determinantes, sí son importantes. Ahí radica el valor de los países que han apostado por reconocer a Guaidó como presidente legítimo. Lamentablemente, son pocas las naciones que lo han hecho; hasta el momento, apenas 23 (16 de América). Mientras que siete países de la región han preferido apoyar a Maduro. La Unión Europea, con algunas excepciones, ha preferido el reconocimiento al dictador.

El Perú ha reconocido a Guaidó, pero la izquierda, como siempre, perdió la oportunidad de demostrar que la democracia y la lucha contra la corrupción son valores más importantes que las tendencias políticas. Frente Amplio y Nuevo Perú han preferido utilizar las trilladas frases de “imperialismo” o “guion ideológico” olvidando, primero, la grave situación de pobreza que enfrentan los venezolanos y, segundo, que el propio Gobierno de Maduro desconoció los resultados de las elecciones para elegir una nueva Asamblea Nacional solo porque no consiguió la mayoría.

Los venezolanos parecen dispuestos a todo para tratar de acabar con la dictadura que viven, y tienen claro que cualquier solución pasa ineludiblemente por que Maduro no continúe en el poder. Pero lo cierto es que, aun consiguiéndolo, la situación de Venezuela, sobre todo a nivel económico, seguirá complicada. La inflación diaria es, en promedio, de 3% y la producción petrolera hoy está apenas por encima de un millón de barriles diarios, cuando unos años atrás alcanzaba los 2.4 millones de barriles por día. Estabilizar la economía será una tarea titánica.

Un dato que no debe pasar inadvertido es que una parte importante de la oposición venezolana es de centroizquierda, ninguna de sus propuestas está a favor de privatizar los recursos naturales o reducir la inversión social. Por eso, atender las demandas de una población que se apoya mucho en las ayudas del Estado podría ser más que complicado. Los próximos días serán claves para saber hasta qué punto se ha debilitado Maduro para poner fin a la dictadura.