Martín Vizcarra asegura en una carta que busca demostrar su correcta participación en la función pública en Moquegua. (Foto: GEC)
Martín Vizcarra asegura en una carta que busca demostrar su correcta participación en la función pública en Moquegua. (Foto: GEC)

PULSO PERÚ. El nefasto blindaje al fiscal Pedro Chávarry, días después de que la Comisión de Constitución archivara el proyecto para modificar la inmunidad parlamentaria, fue el detonante utilizado por el Gobierno para poner contra las cuerdas al Parlamento con una nueva solicitud de confianza. Esta medida recogía la voz de “la calle” que aún hoy pide el cierre del Congreso y le ha permitido al presidente Martín Vizcarra, nuevamente, revertir la caída en la popularidad que mantuvo los últimos cuatro meses, la cual pasó de 45% a 58%. Así lo evidencia la última encuesta de Pulso Perú, elaborada por Datum para Gestión.

Atacar a una institución que no cuenta con el respaldo mayoritario de la población (que, por cierto, se lo ha ganado a pulso) siempre le da réditos al mandatario. La pregunta es si este apoyo político también se traducirá en una aprobación a la labor que realiza el Gobierno en el manejo de los otros problemas que aquejan al país.

Lo rescatable, en esta ocasión, es que pasados los días de conflicto se han empezado a dar puntos de encuentro entre el Gobierno y la oposición, sobre todo porque se ha evidenciado una actitud diferente en un sector de Fuerza Popular. Es verdad que el debate recién se inicia, pero existe un buen talante, “por ahora”, que podría ayudar a que los proyectos de reforma política que se aprueben tengan, en su mayoría, un contenido similar a las propuestas del Ejecutivo.

La administración Vizcarra puede hacer alarde de su demostración de fuerza al haber “pechado” al Congreso en dos oportunidades en su apuesta por conseguir la reforma política y judicial. Sin embargo, antes de presumir de ello, deberían explicarle al país por qué no tienen la misma actitud para lograr la aprobación de otros temas tan o más importantes para el bienestar de la población.

¿Vizcarra podrá mantener este incremento en su popularidad? Lo más seguro es que en el corto plazo sí, sobre todo si se dilata el debate de las reformas políticas. Sin embargo, es una popularidad efímera, pues no se sustenta en la figura del presidente, sino que responde al rechazo a los parlamentarios. Cuando el Gobierno empiece a trabajar para lograr un mayor crecimiento económico, reducir la inseguridad ciudadana y mejorar la atención en salud y educación, su popularidad podría ser de largo aliento.