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MINERÍA. Esta semana —según las últimas declaraciones del ministro Francisco Ísmodes (Gestión 17.06.2019)— se tiene contemplado otorgar la licencia de construcción del proyecto cuprífero Tía María. Lamentablemente, este anuncio que la empresa espera desde hace varios años ha vuelto a generar oposición en la provincia de Islay, e incluso del propio gobernador regional de Arequipa.

Según estas autoridades, de otorgarse el permiso las protestas podrían reactivarse en cualquier momento pues la posición de la gente del área no ha cambiado, es decir, siguen rechazando la obra debido a la contaminación, que dicen genera. Lo que estas mismas autoridades prefieren ignorar es que las aguas del río Tambo ya están contaminadas por minerales y no debido a Tía María, (que aún no inicia operaciones), según la Cámara de Comercio y Producción de Mollendo.

Tía María es solo una pequeña muestra de lo que ocurre con varios otros proyectos en el país donde la oposición a la inversión privada se mueve por mitos del estilo agua versus oro, agricultura versus minería o cobre versus agua. En realidad, la tecnología que existe actualmente hace viable la coexistencia de agricultura y minería o agua pura y extracción de minerales sin generar mayores riesgos para las personas.

Además, en algunas ocasiones, no son las comunidades más cercanas al proyecto (y las que más se podrían ver afectadas) las que reclaman, sino otras poblaciones quizás mal informadas o con asesores que tienen una agenda propia.

Es verdad que, en el caso concreto de Tía María, a la minera Southern el pasado le está pasando factura pues su comportamiento no ha sido el más ejemplar. Sin embargo, la legislación y la fiscalización que existen actualmente no son las mismas que años atrás. Además, en este momento junto al Estado también existen instituciones privadas (incluidas las ONG ambientalistas) decididas a controlar que las empresas cumplan con sus obligaciones medioambientales.

No otorgarle la licencia de construcción a Tía María no resuelve ningún problema y, por el contrario, podría generar varios más, como sucedió en Tambogrande (Piura) donde la oposición a la minería formal fue tan grande que la minera Manhattan Sechura dejó el proyecto y, sin embargo, la minería informal que trabaja sin ningún tipo de autorización, pero también sin protestas u oposiciones, ha terminado dañando el valle y poniendo en riesgo la agricultura.