El empleo adecuado se incrementó en 8.6% en el sector construcción. (Foto: GEC)
El empleo adecuado se incrementó en 8.6% en el sector construcción. (Foto: GEC)

EMPLEO. En el 2018, la tasa de desempleo en el Perú fue de 3.9%, inferior a la registrada en el 2017 (4.1%), según el INEI. Dicha tasa despertaría la envidia de no pocos países, emergentes y también desarrollados, pero detrás de ese aparente indicio de estabilidad laboral se esconde una realidad distinta: la mayoría de trabajadores no cuenta con ningún tipo de protección ni con beneficios, además que existe una enorme brecha salarial entre hombres y mujeres.

El año pasado, 16.78 millones de personas tuvieron trabajo, lo que significó un incremento de 1.6% respecto al 2017. De las cinco actividades –servicios, extractivas, comercio, manufactura y construcción–, solo manufactura contrató menos personal, a pesar de que su producción se recuperó tras cuatro años de caídas y lideró el PBI total. La automatización de la industria avanza en los países desarrollados y en algunos emergentes, como China. Quizás los industriales peruanos se estén sumando a esta ola de modernidad.

Este sector y servicios son los que menos informalidad laboral urbana presentan, aunque sigue siendo elevada (tres de cada cinco trabajadores en ambos casos), mientras que en los extractivos –agricultura, minería y pesca–, el promedio es 84.7%. Por tamaño de empresa, la mayor incidencia ocurre en las que tienen entre 1 y 10 trabajadores (85.3%), en contraste con las de más de 51 trabajadores (17.6%). El INEI considera informales a los ocupados sin beneficios sociales o que trabajan en unidades de producción no registradas.

Sumando el ámbito rural, donde es casi total, la informalidad laboral del Perú afectó al 72.4% de los trabajadores, lo que significó una disminución de 0.1 puntos porcentuales con respecto al 2017. Este magro descenso no podría servir como argumento de una exitosa política laboral, sino más bien como motivo para avanzar cambios que incidan en la formalización de las empresas y actividades que hoy funcionan sin ninguna regulación ni fiscalización. El que se haya retomado el proyecto de ley de empleo juvenil podría ser un primer paso, de muchos, en esa dirección.

Otro indicador que muestra un estancamiento es el remunerativo. En el área urbana, el ingreso promedio mensual durante el 2018 fue S/ 1,560.3, superior en 1.1% al del año previo. Teniendo en cuenta que la inflación a nivel nacional fue 2.48%, el trabajador peruano promedio perdió poder adquisitivo. Aunque el ingreso de las mujeres aumentó más, lo que ellas ganaron representó el 68.5% de lo obtenido por los varones. Pero respecto al 2012, en lugar de cerrarse, esa brecha se ha ampliado. Los discursos y las declaraciones de buenas intenciones no funcionan, así que habrá que pasar a la acción.