Los venezolanos entonaron cánticos contra Nicolás Maduro. (Mario Zapata/Grupo El Comercio)
Los venezolanos entonaron cánticos contra Nicolás Maduro. (Mario Zapata/Grupo El Comercio)

VENEZUELA. La dictadura iniciada por Hugo Chávez continuará por seis años más con Nicolás Maduro, quien ayer juramentó sin legitimidad y con una mayor oposición internacional en medio de una severa crisis: más del 15% de su población ha tenido que emigrar, la economía venezolana ha acentuado su contracción económica en los últimos años y en el 2018 la caída del PBI habría llegado incluso hasta -18%. Y pese a algunas medidas paliativas, la inflación tocó un nivel récord el año pasado, mientras el FMI estima que este año el alza de precios superaría los 10 millones. Con los precios del crudo lejos de los niveles récord y la industria petrolera alicaída, el panorama luce complicado para el país.

Sin embargo, Maduro se muestra más interesado en la polémica y las bravatas que en hacer un buen gobierno. En una actitud inaceptable, se burló del mandatario peruano, olvidando que más allá de la persona, Martín Vizcarra representa a una Nación. La ofensa fue generada por las decisiones de la Cumbre de Lima de no reconocer su segundo gobierno y del Perú, de prohibirle el ingreso al país junto a otros 100 funcionarios.

Los gestos internacionales son importantes. Sin embargo, no existe unanimidad en la forma de sancionar al Gobierno de Venezuela. Mientras algunos buscan romper relaciones diplomáticas e incluso comerciales, otros prefieren hacer solo un llamado a Maduro para que cambie de actitud. Igual que la Cumbre de Lima, la OEA tampoco reconoce la legitimidad de este nuevo periodo de gobierno en Venezuela, pero ninguna de esas decisiones se tomó por unanimidad. La UE y Estados Unidos están en la misma línea, pero el Gobierno de Trump sigue comprándole petróleo a Venezuela.

Lo cierto es que, a nivel internacional, Venezuela sigue contando con el apoyo de China y Rusia, y aunque el resto de países rompiera relaciones diplomáticas, esto no significaría un mecanismo de presión efectivo. Además, si bien la presión internacional es importante, lo que sucede en Venezuela solo se podrá resolver desde adentro. Pero la llamada a hacerlo, la oposición, está debilitada, dividida y necesita tomar un nuevo impulso para organizarse y encontrar el camino de cómo salir y, lo más importante, qué hacer si logra que la dictadura caiga. Mientras la oposición no sepa claramente para qué busca el apoyo internacional, de nada servirá que lo consiga.