Sutran (Foto: Andina)
Sutran (Foto: Andina)

SEGURIDAD VIAL.  “Los accidentes son comunes en las carreteras del Perú”, informaba un cable de la agencia The Associated Press horas después de la volcadura del bus que mató a 52 personas en Pasamayo. Y los peruanos estamos tan acostumbrados a estas tragedias, que no figuran entre los mayores problemas del país, según las encuestas. Las autoridades sienten la misma indiferencia y si en algunas ocasiones reaccionan –como ocurrió la semana pasada–, es por el impacto mediático, la cercanía a Lima del siniestro y el abultado número de víctimas.

Pero las decisiones que suelen tomarse, siempre aisladas, no apuntan a solucionar el problema, sino a salir del trance. En esta ocasión, las medidas han incluido el anuncio de la construcción de un tercer carril en la variante Pasamayo (la carretera auxiliar), la prohibición del tránsito de buses y coasters por el serpentín (hasta junio), el cierre temporal del local de la empresa propietaria del bus en La Victoria –un canal de TV constató que seguía operando–, el inicio de una investigación de parte de Indecopi y hasta la reestructuración de la Superintendencia de Transporte Terrestre de Personas, Carga y Mercancías (Sutran).

Fiel a su estilo, el Congreso también reclamó protagonismo y el viernes escuchó las explicaciones del ministro de Transportes y Comunicaciones, Bruno Giuffra. Lo que reconfirmó la presentación del funcionario, fue que el Estado es un agente pasivo en el diseño de los contratos de concesión. Según dijo, la concesión del tramo de carretera que abarca Pasamayo no contempla obras para mejorar su seguridad. Además, informó que en el serpentín no hay guardavías porque un estudio de 1998 concluía que no eran necesarios. ¿El MTC no actualiza esos estudios? ¿No se supone que el Estado concesiona las carreteras para que su calidad mejore, incluida la seguridad?

Si este Gobierno está genuinamente interesado en el problema, en el caso de Pasamayo, se hace necesario evaluar la clausura definitiva del serpentín y reforzar la seguridad de la variante, que también reviste peligros –hay niebla casi todo el año y en octubre provocó un choque de doce vehículos–. A nivel nacional, la reestructuración de Sutran tendrá que ir mucho más allá de un nuevo organigrama e incluir una bien pensada inyección de recursos humanos y logísticos. También se tendrá que combatir la informalidad del transporte interprovincial, y la temeridad e irresponsabilidad de los choferes. Es momento de tomar en serio este problema, porque si la desidia continúa, seguiremos contando muertes.