Editorial de Gestión. Las fuertes caídas entre marzo y agosto del año pasado han dejado espacio para que este año se obtengan resultados positivos.
Editorial de Gestión. Las fuertes caídas entre marzo y agosto del año pasado han dejado espacio para que este año se obtengan resultados positivos.

CRECIMIENTO. La cuarentena parcial que entró en vigencia el 31 de enero, cuando la segunda ola de contagios ya azotaba a buena parte del país, hacía prever una caída del PBI de febrero. Lo que restaba por saberse era la magnitud de la contracción (4.18%), que fue la octava más alta desde que la pandemia llegó al Perú y comenzaron las restricciones, a mediados de marzo del 2020. Dado que el cierre de actividades fue menos drástico y afectó principalmente a aquellas que generan concentración de personas, el retroceso no fue tan pronunciado, pero lamentablemente revirtió la lenta recuperación de los sectores más golpeados.

Pese a que enero estuvo libre de cuarentenas y hubo sectores con resultados holgados, el fuerte decrecimiento de minería e hidrocarburos inclinó la balanza hacia el lado negativo del PBI de ese mes. Aunque ese sector volvió a contraerse en febrero –completó su duodécimo mes consecutivo en rojo–. En dicho mes los que tuvieron mayor incidencia en el resultado negativo fueron alojamiento y restaurantes, transporte y almacenamiento, otros servicios y comercio. Todos ellos registraron caídas que no se veían desde fines del tercer trimestre del año pasado.

Hay que precisar que las cuarentenas focalizadas estuvieron dirigidas –como antes las generalizadas– al sector formal de la economía. Lima Metropolitana estuvo incluida en el primer cierre parcial y la menor actividad económica se reflejó en la reducción de 14.7% del empleo en el primer trimestre. Por tamaño de empresa, la mayor contracción se registró en las medianas y grandes, así como en el empleo adecuado. En cambio, el subempleo aumentó. También lo hizo el empleo en construcción, reflejando la reactivación de ese sector, que registró mes seguido al alza.

El aumento de la inversión pública en febrero no fue suficiente para revertir las cifras del PBI. Sin embargo, para marzo sí habría contribuido con su granito de arena, aunque el resultado de dicho mes obedecerá principalmente al efecto estadístico. Es que las fuertes tasas de caídas registradas entre marzo y agosto del año pasado han dejado espacio para que este año se obtengan resultados positivos.

Será el tan esperado rebote –que no es lo mismo que crecimiento–, que posiblemente no sea tan sólido como se esperaría debido a las cuarentenas, pero quizás eleve los ánimos de muchos, al menos un poco. Tal vez también le brinde algún respiro al Gobierno de Sagasti en estos tres meses que le restan.