Editorial de Gestión. Lo más peligroso es que quienes se encuentran atrapados en medio de algún bloqueo exponen su seguridad personal. (Foto: @HuancaYorkTimes)
Editorial de Gestión. Lo más peligroso es que quienes se encuentran atrapados en medio de algún bloqueo exponen su seguridad personal. (Foto: @HuancaYorkTimes)

VÍAS CERRADAS. Los han roto el eslabón que resultó ser el más débil de la cadena de suministro del país: el . Desde diciembre, y con más intensidad en enero, los peruanos hemos visto imágenes de vehículos varados –en algunos casos, durante más de 40 días– en vías principales como la Panamericana y la , y en otras de cobertura interdepartamental sin que las fuerzas del orden hayan sido capaces de resolver el problema.

Buses con pasajeros, camiones con cosechas o ganado, cisternas con combustibles o leche fresca, hasta ambulancias con pacientes (incluidos ancianos y recién nacidos) y furgonetas con material médico, nadie ha podido escapar de la intransigencia de los protestantes, cuya consigna parece ser atentar contra el derecho al libre tránsito consagrado en la Constitución. Todos, excepto los vehículos que desplazan manifestantes –incluidos buses aparentemente fletados–, que no enfrentan dificultades para trasladarse.

Los costos son enormes. Hasta hace una semana, representantes del sector calculaban que las pérdidas en el transporte interprovincial de pasajeros superaban los S/ 1,600 millones, mientras que en el de carga sumaban más de S/ 1,000 millones. Ese dinero dejado de percibir ha generado una acuciante iliquidez en las empresas de transporte terrestre, lo que implica que no pueden pagar a sus trabajadores y proveedores, ni honrar sus deudas con el sistema financiero.

La situación de los trabajadores también es delicada, pues no se trata únicamente de que sus empleadores no pueden pagarles, aparte de que enfrentan el riesgo de perder sus empleos, sino que lo más peligroso es que quienes se encuentran atrapados en medio de algún bloqueo –choferes, copilotos, ayudantes– exponen su seguridad personal. Hay muchos casos en que han sido amedrentados si no pagan cupos o entregan su carga a supuestos protestantes, pero que en realidad son delincuentes.

Es lógico que tomar rutas alternas por el desierto, como se informó el fin de semana, no es la salida. En diciembre del 2020, hubo bloqueos igual de violentos en Arequipa, Ica y La Libertad, pero la Policía no parece haber aprendido de esa experiencia –ni de los que ocurren con frecuencia en zonas mineras–. El régimen de Pedro Castillo redujo al mínimo la capacidad del sistema de inteligencia nacional, pero si se quiere evitar que los bloqueos se vuelvan recurrentes, es preciso diseñar una estrategia que incluya detectar a los cabecillas, adelantarse a sus acciones y tener refuerzos listos, entre otras medidas.

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