Editorial de Gestión. La situación económica actual no puede ser más propicia para que los acuerdos de esta cumbre no se queden solo en el papel. (Foto: AFP).
Editorial de Gestión. La situación económica actual no puede ser más propicia para que los acuerdos de esta cumbre no se queden solo en el papel. (Foto: AFP).

ACUERDOS. Casi dos años después de su último encuentro, los países del G7 se reunieron la semana pasada en Inglaterra, en su intento de fortalecer lazos y enfrentar los difíciles momentos de la economía mundial.

En el que fue llamado por Janet Yellen como el “Renacimiento del multilateralismo”, el presidente Joe Biden llevó nuevamente a Estados Unidos a una cumbre con sus aliados en el mundo, teniendo como principales desafíos la pandemia, la recuperación mundial y las tensiones con China y Rusia, a los que pidió el respeto a los derechos humanos.

Hace unos días, el G7 acordó la donación de 1,000 millones de dosis de vacunas contra el covid-19, el lanzamiento de un millonario plan de infraestructura que ayude a los países de ingresos medios y bajos, la fijación de un impuesto mínimo mundial para las empresas y una repartición de los tributos pagados por las multinacionales.

Si bien la magnitud de la donación de vacunas es pequeña en comparación de lo que se necesita para inmunizar a la población mundial, es destacable, dado que reconoce que es indispensable el avance de la vacunación mundial para así poder frenar al covid-19 y el surgimiento de nuevas variantes. La contención de los contagios es clave para permitir una reapertura segura de las actividades y consolidar la recuperación de la economía mundial.

Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y Reino Unido acordaron también fijar un impuesto para empresas no menor de 15%. La medida debería evitar la elusión de impuestos y una carrera de incentivos a las inversiones, en momentos en que los países buscan fondos para poder cubrir los costos de los millonarios planes de ayuda por pandemia. Si bien el acuerdo del G7 es un impulso importante a la medida, quedan aún algunos temas pendientes por resolver y más aún en cuanto al plan de repartición de los ingresos fiscales obtenidos de las operaciones de las transnacionales. Pero el acuerdo del G7 es la manera de evitar nuevas tensiones u ola de represalias por imposiciones unilaterales de tarifas o impuestos.

Se esperaría además mayores luces sobre el millonario plan de inversión de infraestructura, el cual incluiría también a América Latina, la región más golpeada por la pandemia. La situación económica actual no puede ser más propicia para que los acuerdos de esta cumbre no se queden solo en el papel.

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