OBJETIVOS PRIORITARIOS. Aunque el término “competitividad” es amplio, entenderlo no es difícil. En general, se le asocia con la optimización de costos, pero se suele pensar que solamente abarca los insumos tangibles (pese a que existen otros como financiamiento, capital humano e I+D), y no se toman en cuenta otros costos como los de transporte (puertos y aeropuertos modernos y accesibles) o de venta. Un caso de competitividad se halla en el sector agroexportador.
El Perú es competitivo porque a los factores geográficos y climáticos se añadió el esfuerzo emprendedor para invertir en tecnología, capacitación de personal, exploración de mercados y ampliación de la oferta, entre otros factores, además del respaldo de la política económica con beneficios tributarios y promoción en el exterior, en un marco de estabilidad jurídica y macroeconómica. En conclusión, todo suma, y así lo entendieron los gobiernos de las dos décadas recientes, que mejoraron las políticas de impulso de la competitividad.
El último paso en esa dirección ocurrió en julio del 2019, cuando se lanzó el Plan Nacional de Competitividad y Productividad (PNCP), que contiene nueve objetivos prioritarios con un plazo hasta el 2030 –con un total de 84 medidas de política gubernamental y 437 hitos–. Su programación contemplaba que 271 hitos debían estar completados en julio del 2021, pero la pandemia y la consabida dificultad del sector público para hacer las cosas a tiempo, generó que solo 129 estuvieran listos en esa fecha.
Lo peor, sin embargo, es que se desconoce si hubo algún avance adicional desde entonces. El último boletín mensual del Consejo Nacional de Competitividad y Formalización, agencia encargada de coordinar el avance del PNCP, data de agosto pasado, y su última mención oficial ocurrió ese mismo mes, en el Marco Macroeconómico Multianual 2022-2025 (se indica que el Gobierno lo actualizará). Dada la proximidad con la fecha del cambio de mando, habría que suponer que la base de ambos documentos fue preparada por la entonces gestión saliente del MEF.
Esto permite conjeturar que el gobierno de Pedro Castillo no está interesado en impulsar la competitividad del país. Pero no se trata únicamente del abandono del PNCP, sino de un sinfín de acciones y mensajes de parte del presidente y muchos de sus ministros (pasados y presentes), que no dejan de culpar al “modelo” por todos los males que sufre el país. Lo que no parecen entender es que ese modelo ha hecho posible que el Perú comience a emprender el camino hacia la competitividad en su concepto más amplio.