ELECCIONES 2021. Los plazos con miras al próximo proceso electoral empezaron a cumplirse. La posibilidad de que se aprueben reformas políticas y que estas sean aplicables a las elecciones de abril ya culminó sin que se eliminara el voto preferencial y con cuestionables ajustes a la ley de financiamiento político. Quizás el cambio más importante conseguido es el impedimento para postular cuando se tiene sentencia en primera instancia.

Otro plazo que vencerá (mañana) es el registro, en las agrupaciones que cuenten con inscripción vigente, de aquellos que busquen postular en los comicios del 2021. Si bien hasta el fin de semana ya se ha visto desfilar a varios, todavía podrían darse algunas sorpresas. Por el momento habría por lo menos 16 interesados en postular y si algo queda claro en estos días es que será muy poco lo que cambie en las próximas elecciones.

La mayoría de los precandidatos, si bien pueden ser bien intencionados, son personas que van tras un proyecto personal, sin vida partidaria, sin una línea de carrera. Se han acercado a varias agrupaciones y se han inscrito en la que mejores posibilidades le otorguen, pero no necesariamente por compartir sus principios -sin contar que muy pocas tienen una declaración de principios y correligionarios que participen de la vida partidaria durante todo el año-, y si bien podría parecer que forman parte de una agrupación, lo hacen solo en el papel.

Lo más preocupante es que a la población parece no importarle. Desde la década del 90 se habla de la crisis de las agrupaciones políticas y al parecer en el subconsciente de las personas ha quedado la idea de que estos son innecesarios, al punto que la participación de la sociedad en lo partidario se ha ido reduciendo poco a poco.

Mientras esto siga así, el uso de “vientres de alquiler” o el oportunismo de algunos candidatos se mantendrá sin importar los cambios que se hagan a la legislación. Así como al buscar un profesional se elige al mejor preparado, lo mismo debería suceder al momento de elegir candidatos. Solo la vida partidaria y una línea de carrera que implique haber pasado por varios cargos de servicio público pueden asegurar que se conozca la forma de ser de los políticos, descubrir sus debilidades o fortalezas, y contar con una agrupación que se haga cargo de los candidatos que presentan.

Así como a las agrupaciones políticas les corresponde trabajar en construir una vida política y desarrollar a sus candidatos desde las bases, a los peruanos les toca dejar de creer que una persona puede “salvar al país” o que los “outsiders” son los mejores candidatos. Si ambas partes no asumen su responsabilidad de nada servirán los cambios legales.