Editorial de Gestión. El Gobierno que salga elegido tendrá que afrontar esas restricciones de endeudamiento.  (Foto: Francisco Neyra | GEC)
Editorial de Gestión. El Gobierno que salga elegido tendrá que afrontar esas restricciones de endeudamiento. (Foto: Francisco Neyra | GEC)

CALIFICACIÓN. El daño económico que la intransigencia y el populismo del Congreso están causando era evidente desde que comenzó a aprobar proyectos de ley que perjudicaban el equilibrio fiscal. Y ahora ese daño se reconfirma con la revisión que la agencia calificadora Fitch Ratings ha hecho de la perspectiva de la deuda peruana a largo plazo –tanto en moneda local como extranjera–, pues la pasó de “estable” a “negativa”. Quizás la mala noticia no cale entre los congresistas, pero las consecuencias económicas sí las sentirá “el pueblo”, cuyos intereses ellos y ellas dicen representar.

Es que esa perspectiva negativa elevará el riesgo de los bonos que el Estado necesitará emitir los próximos meses para cubrir las necesidades de la población afectada por la pandemia y la recesión que esta ha causado. En otras palabras, será más difícil emitir deuda para financiar desde inversión pública y gasto corriente para mantenimiento de infraestructura pública –ambas importante generadoras de empleo–, hasta transferencias directas, y también elevará el financiamiento de las empresas.

El Perú tendrá que ofrecer mejores condiciones de pago a los inversionistas para que adquieran sus bonos, lo que significa que el endeudamiento del país se encarecerá, y también que tendrá menores probabilidades de colocarlos, es decir, que quizás no obtenga todo el dinero necesario para cubrir sus necesidades de gasto público. Hay que advertir que lo peor todavía está por venir, pues si el Congreso insiste con su actitud destructiva, el siguiente paso que tomará Fitch será reducir la calificación de la deuda peruana, que por ahora ha mantenido en BBB+. Seguimos con grado de inversión, aunque esa calificación corre peligro.

Quizás el actual Gobierno no sea muy afectado, pero el que salga elegido el 11 de abril tendrá que afrontar esas restricciones de endeudamiento externo, aunque es casi seguro que ningún candidato presidencial lo mencionará y todos seguirán ofreciendo soluciones milagrosas a los problemas económicos de los electores y sus familias. ¿Se pudo contener el afán populista del Congreso? Ni el expresidente Martín Vizcarra ni su ministra de Economía lo intentaron con convicción, quizás porque los efectos no se verían durante su Gobierno y el exmandatario también estaba más atento a su aprobación en las encuestas que a los forados fiscales a mediano y largo plazo.

La economía peruana ha mostrado ser bastante resiliente, ayer el INEI informó que en octubre el PBI continuó recuperándose, pero eso no significa que haya que seguir golpeándola. Y eso es que lo que el Congreso está haciendo con su irresponsabilidad.

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