Editorial de Gestión. A partir de su proclamación su trabajo es gobernar para todos los peruanos y no solo para los que votaron por él.
Editorial de Gestión. A partir de su proclamación su trabajo es gobernar para todos los peruanos y no solo para los que votaron por él.

NUEVO GOBIERNO. Apenas a ocho días de que un nuevo mandatario deba asumir las riendas del Perú por los próximos cinco años, el JNE finalmente proclamó como ganador de los últimos comicios a Pedro Castillo, en un proceso no exento de problemas y que dejó en pie más de una interrogante.

Los resultados oficiales muestran que a pesar de que en el país la votación es obligatoria y se multa a quienes no asisten el porcentaje de ciudadanos que acuden a votar se reduce en cada ocasión. Así, si en el 2016 el 80.093% de electores hábiles acudió a las urnas, en el 2021 lo hizo apenas el 74.568%. Siendo así, Castillo asume la Presidencia con el 34.943% de votos del total de electores hábiles. No se trata de una cifra al azar, sino de recordarle al nuevo mandatario que a partir de su proclamación su trabajo es gobernar para todos los ciudadanos y no solo para los que votaron por él.

En ese sentido, es de saludar que sus primeras palabras como presidente electo hayan sido para recalcar que hará un Gobierno “de todos los peruanos, de todas las sangres”, así como invitar a sus contendores a trabajar por sacar adelante al país, señalando que no hay rencores. Sin embargo, la experiencia republicana en el Perú ha demostrado que las palabras no bastan y se necesitan hechos concretos que las avalen.

Si Pedro Castillo realmente desea garantizar la estabilidad jurídica, económica y respetar la institucionalidad necesita empezar a dar los primeros pasos en ese camino, y mientras los equipos de transferencia aceleran el paso en la corta semana que tienen para trabajar, debería anunciar de una vez al Gabinete ministerial que lo acompañará en el inicio de su Gobierno y debe elegirlo entre los mejores cuadros con los que cuente.

Además, si quiere que su lucha contra la corrupción sea creíble debe deslindar de una manera clara y directa de aquellos miembros de Perú Libre que están sentenciados o con investigaciones en curso. No basta decir que Vladimir Cerrón no tendrá ningún cargo público si lo mantiene como un asesor en la sombra o si dirige la línea de acción de su bancada. Flaco favor le hace que uno de los miembros de su equipo afirme “yo sí necesito las opiniones de Vladimir Cerrón”.

Es corto el tiempo y muchos los gestos que quienes no votaron por él esperan para convencerse de que su intención es trabajar para todos los peruanos. El próximo Congreso –que representa la variedad de pensamientos de los ciudadanos– tendrá la tarea de servir de contrapeso al Ejecutivo y frenar las iniciativas que no sigan ese camino. Sin olvidarse, por tanto, de respetar la Constitución y la libertad de expresión.

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