Editorial de Gestión. El presidente Vizcarra debe poner el mismo ahínco que cuando sale en un mensaje a la Nación a defender la reforma política.
Editorial de Gestión. El presidente Vizcarra debe poner el mismo ahínco que cuando sale en un mensaje a la Nación a defender la reforma política.

REFORMA UNIVERSITARIA. No reconocer que la reforma educativa a nivel superior tuvo desde sus inicios un alto nivel de oposición sería cerrar los ojos. Sin embargo, aun con muchos tropiezos, la transformación se llevó adelante de la mano de la Superintendencia Nacional de Educación Superior (Sunedu). Como en toda institución, seguramente las cosas se pudieron hacer mejor y sin duda las normas pueden necesitar ajustes, pero lo que no se puede permitir es retroceder en todo lo conseguido hasta el momento.

No es sencillo avanzar en los cambios sin apoyo, pues se trata de un sector con muchos intereses económicos, algunos ligados a figuras políticas. Quizás por ello es más sensible escuchar al titular de la Sunedu, Oswaldo Zegarra, considerar que su entidad está un poco sola en la defensa de la reforma, a tal punto decir que ni el presidente Martín Vizcarra ni el primer ministro, Vicente Zeballos, la apoyan abiertamente.

¿Era necesario otorgar facultades a la Comisión de Educación para investigar los licenciamientos otorgados a algunas universidades? Es probable, porque si existe alguna duda sobre la labor realizada es importante despejarla. Si hubo errores se deben corregir, pero la reforma universitaria va más allá de una persona.

De ninguna manera se puede permitir que esta investigación se utilice como una excusa para dar marcha atrás y buscar que aquellas que no lograron licenciarse sigan funcionando. Las dudas flotan en el aire, sobre todo porque hace algunas semanas la Comisión de Educación buscó aprobar un proyecto que permitía a las universidades que no habían logrado licenciarse solicitar un nuevo licenciamiento sin haber terminado con su proceso de cese y además planteaba la creación de un “Consejo Nacional de Asuntos Universitarios”, con participación del Congreso, que revisaría las decisiones de la Sunedu.

Las universidades que no cuentan con la tecnología ni las características de infraestructura y personal necesarios para ofrecer una educación de calidad no pueden seguir operando. Hacerlo es burlarse de los estudiantes. Es verdad que el no licenciamiento de algunas “universidades” ha afectado a los alumnos que tenían, pero terminar cinco años de estudios en un lugar que no brinda una adecuada educación superior es una estafa.

La educación es el primer camino para terminar con las desigualdades que vive nuestro país, y asegurar que sea de calidad es una obligación del Estado, lo cual implica que todos los gobiernos deben comprometerse en esta misión. El presidente Vizcarra debe consolidar algunos de los cambios ya realizados, como la reforma universitaria, y eso implica poner el mismo ahínco que cuando sale en un mensaje a la Nación a defender la reforma política. ¿Por qué no lo hizo?

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