Editorial de Gestión. Aquellos que consideraban que la salida de Bellido y el ingreso de Vásquez significaban un cambio estaban equivocados.  (Foto: Congreso)
Editorial de Gestión. Aquellos que consideraban que la salida de Bellido y el ingreso de Vásquez significaban un cambio estaban equivocados. (Foto: Congreso)

VOTO DE INVESTIDURA. El presidente Pedro Castillo despidió a sus ministros en la puerta de Palacio de Gobierno, mientras se dirigían al Congreso para que la titular de la PCM se presentara ante los parlamentarios para pedir el voto de confianza. Fue un gesto para mostrar su apoyo. Pese a ello, ante el pleno, Mirtha Vásquez pareció olvidar que, aunque algunos miembros del Gabinete son nuevos –al igual que ella–, el Gobierno lleva ya tres meses a cargo del país.

Su discurso estuvo plagado de metas por alcanzar, pero casi ninguna explicación respecto a cómo se planea lograrlas. Nuevamente, anunció otorgar más subsidios, como el de S/ 70 para los trabajadores formales que ganen menos de S/ 2000 al mes o el aumento de la cobertura de Pensión 65. Sin embargo, si no se consiguen mayores ingresos la pregunta cae de madura: ¿de dónde vendrán los recursos? En suma, ofreció un sinnúmero de gastos sin mayor explicación.

Simultáneamente, la jefa del Consejo de Ministros evitó los temas más conflictivos, como promover la inversión en minería o hidrocarburos, aunque ratificó la intención de renegociar el contrato de Camisea. Aun así, volvió a hablar de cambios constitucionales cuando dijo que se requiere un “nuevo contrato social” y un “renovado pacto constitucional”.

Pero mientras en Lima, Vásquez trataba de no generar mayores olas y así obtener el voto de confianza del Parlamento, en Jaén y Bagua, Pedro Castillo decidió retomar su discurso radical –y de alguna manera boicotear a su premier– al afirmar que es necesario hacer grandes reformas constitucionales porque el pueblo lo clama. Asimismo, retomó la idea del programa de Perú Libre al instar al Parlamento a que elabore una ley para estatizar el gas de Camisea.

Es decir, el mandatario mantiene sus objetivos de campaña, y aquellos que consideraban que la salida de Bellido y el ingreso de Vásquez significaban un cambio estaban equivocados, pues en la práctica no resulta así. Castillo ha retomado un mayor protagonismo, mientras Vásquez, luego de estas declaraciones del presidente, pasa a un segundo plano. Pareciera que el presidente está buscando la implosión del Ejecutivo de tal manera que se genere un escenario de ingobernabilidad que facilite sus intenciones de una Asamblea Constituyente.

La interrogante es si los congresistas de la oposición que estaban dispuestos a otorgarle el voto de confianza, se lo otorgarán el próximo 4 de noviembre cuando se reanude la sesión por el voto de investidura. Algo que tampoco debe dejarse de lado, es que Vásquez con la presencia de Barranzuela y Gallardo avaló sus designaciones y con ello ya no tendrá la coartada para no hacerse responsable. Quedan nueve días en los cuales pueden darse nuevos hechos que cambien el rumbo de los acontecimientos o consoliden el radicalismo de Castillo.

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