La reactivación y su laberinto (GEC/Anthony Niño de Guzmán)
La reactivación y su laberinto (GEC/Anthony Niño de Guzmán)

EMPRESAS. Luego de más de mes y medio de mantener paralizadas las actividades económicas debido a la pandemia, el Ejecutivo presentó un plan para reactivación económica por fases a partir del mes de abril. Ello debido al innegable deterioro de la economía -solo en marzo, el PBI disminuyó 16.26% y se espera una contracción de entre 12% y 20% para el presente año-.

Además de establecer qué sectores debían ser los primeros, se fijaron protocolos sanitarios por cumplir y otros requisitos adicionales dependiendo del tipo de empresa. Aunque el plan indicaba que en junio se iniciaba la segunda fase, esto no ha sucedido debido a que un alto porcentaje de las empresas de la fase 1 aún no logran reiniciar operaciones.

En la mayoría de los casos, los innumerables cambios en los procedimientos -un día de demora podía implicar empezar un nuevo trámite- sumado a los errores o sobrecarga en los sistemas y el tiempo para obtener el permiso generó que lo que parecía ser un paso sencillo se volviera altamente complicado.

Todo ello sumado a que el cumplimiento de los protocolos sanitarios no se está aplicado con el mismo rigor para todos. En algunos casos se exigen cuidados estrictos (incluso hasta engorrosos) como procedimientos autorizados y test de pruebas para todos los trabajadores, mientras que otros -como una peluquera o gasfitero- no deben cumplir dichas exigencias antes de iniciar, sino solo si fueran supervisados. Eso revela que se sigue con la estrategia de “ensayo y error”.

Pero el principal problema no es solo de formas sino de fondo. La estrategia de cuatro fases -criticada desde un inicio- no toma en cuenta ni las cadenas productivas (muchas de las empresas que reinician necesitan de otras, que aún están sin operar) ni el tema del aforo (es más fácil reiniciar para aquellas empresas con un área más grande o poco personal) y aunque la realidad está demostrando esas falencias, el Ejecutivo no parece dispuesto a revisar su planteamiento.

Es momento, como decíamos la semana pasada, de conocer la real situación de la pandemia y ajustar los procedimientos al diagnóstico que se tiene y lo más importante tomar en cuenta la opinión de los involucrados. El Gobierno -sin razón aparente- asimila muy poco de las sugerencias que vienen del sector privado. Es cierto que algunas compañías tienen actitudes más que criticables y deben ser sancionadas (como lo ocurrido con Rappi), pero la mayoría de los gremios están planteando propuestas que ayuden a todo tipo de empresas. La realidad es que solo desde el sector público no se podrá resolver el problema.

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