SISTEMA DE PENSIONES. Las medidas populistas siempre lograrán una amplia aceptación. Así como los niños prefieren comer dulces a comer verduras o jugar en lugar de hacer tareas, las personas siempre preferirán las situaciones que les generen beneficios inmediatos antes que las ventajas de largo plazo. Por ello, la intención del Congreso de aprobar el proyecto de ley que plantea el retiro del 100% de los fondos de las AFP es aplaudida por un sector de la población.
Sin embargo, la labor de los congresistas no es la de generar aplausos, sino la de velar por lo que será mejor para la ciudadanía y para el país, y ello es asegurarse de que la mayor cantidad de peruanos pueda contar con una pensión de jubilación adecuada y que ello cause mínimo o nulo perjuicio a las arcas estatales.
Es verdad que en el inicio de la pandemia se tomó la decisión de permitir los retiros para que quienes estuvieran con graves problemas de ingresos los pudieran atenuar, pero esa decisión implicó que hoy 5 millones de afiliados no tengan fondos en sus cuentas, y seguramente más de la mitad serán personas con 50 o más años. Es decir, con poco tiempo para volver a acumular un fondo que les permita una pensión digna.
Es por ello que la labor del Congreso, y también del Ejecutivo, debería estar orientada a reconstruir el sistema de pensiones y ampliar su cobertura, pues hoy solo el 30% de la PEA está afiliada a las AFP. Pero debe plantearse una reforma seria, que tenga en cuenta el fracaso de los sistemas de reparto y la necesidad de no apostar de manera excesiva por la financiación del fisco.
Las propuestas planteadas en los últimos cinco años siempre han considerado una pensión mínima o un capital “semilla”, aportada por el Estado, pero en varios de las comisiones que trabajaron el tema no participó el Ministerio de Economía y Finanzas, pieza clave para poder conocer cuán viable es esta posibilidad o qué otras opciones se pueden dar.
No es posible plantear una reforma en el sistema de pensiones sin entender el valor que tienen los fondos de pensiones privados en la economía actual –el comunicado de S&P Global Rating dejó en claro que los retiros de pensiones relacionados con la pandemia y sus efectos en la composición de la deuda del Perú fueron uno de los factores que generaron la baja en la calificación– o aplicando figuras que otros países van dejando de lado. Eso es tener una mirada sesgada de un aspecto crucial para los peruanos, sobre todo si se tiene en cuenta que la población cada vez vive más tiempo y que la proporción de jóvenes va en descenso. Veremos si las autoridades están a la altura de lo que el país necesita o si seguirán hipotecando el futuro.