EXPECTATIVAS. El pesimismo en el sector privado está ganando terreno. Cada mes, el BCR realiza encuestas a empresas, entidades financieras y analistas económicos, para conocer sus expectativas para el corto plazo, así como para recoger proyecciones de indicadores como PBI, tipo de cambio e inflación –que le sirven de insumo para definir su política monetaria–. La que se realizó en abril refleja la caótica coyuntura política, económica y social que vive el país, provocada por los desaciertos del Gobierno de Pedro Castillo, y exacerbada por ciertos despropósitos del Congreso y por la guerra en Ucrania y las sanciones impuestas contra su agresora, Rusia.
Según el sondeo, cinco de los seis indicadores de situación actual de las empresas registraron caídas y retornaron al tramo pesimista: del negocio, niveles de ventas, de producción y de demanda, y órdenes de compra. El que no varió fue inventarios no deseados, que muestra la diferencia entre los días de inventarios de cada mes menos los días de inventarios deseados. Eso significa que si hay exceso de stocks, se trata de pérdidas para la empresa, pues son mercancías cuyo valor contable disminuye porque se deprecian. Si este indicador se incrementa (ocurrió en febrero y marzo) es porque las empresas no han logrado cumplir sus planes de venta, por factores como la inflación.
Asimismo, empeoraron doce de los catorce indicadores sobre expectativas (siete están en el tramo pesimista y tres rozan ese límite). Los dos que mejoraron miden expectativas de precios (de insumos y de ventas a 3 meses). En tanto, las expectativas inflacionarias a 12 meses siguieron agravándose. Para el promedio de analistas económicos y del sistema financiero, pasaron de 4.39% en la encuesta de marzo a 4.62%. Es el nivel más alto desde agosto del 2008. Este resultado podría dar margen para una nueva alza de la tasa de interés de referencia –el BCR la viene elevando gradualmente desde agosto pasado–.
La entidad llama a este proceso “normalización” de la política monetaria, aunque desde la investidura de Castillo, nada ha sido normal para la economía. El hostigamiento a los sectores formales es incesante, lo mismo que las amenazas, la última de las cuales fue proferida esta semana por Vladimir Cerrón. En suma, la confianza empresarial en las perspectivas económicas del país y de sus negocios sigue deteriorándose, aunque hay dos grupos que estarían en un tramo bastante optimista, gracias al inaceptable accionar del Legislativo y el Congreso: los transportistas informales y las universidades “bamba”.