Editorial de Gestión. Queda esperar, para los países de la región, que su principal socio comercial pueda ganar fuerza.
Editorial de Gestión. Queda esperar, para los países de la región, que su principal socio comercial pueda ganar fuerza.

MIRADA GLOBAL. La economía de China ha empezado a mostrar cifras que apuntan a una clara desaceleración de su ritmo de crecimiento.

En el mayor socio comercial de América Latina, la producción industrial se redujo, al igual que las ventas minoristas en abril, primeros impactos de los nuevos confinamientos que se decretaron hace unas semanas por una nueva ola de contagios de covid-19.

Beijing mantiene su estrategia de “cero covid”, una medida que ha sido calificada de insostenible por la Organización Mundial de la Salud. La estrategia está evitando que los contagios se disparen, pero a un elevado costo para su economía. Pero pese a ello, la situación que vive China contrasta con la que se registra en otras partes del mundo, donde el avance de la inmunización ha permitido reabrir las economías. Y aunque el covid-19 sigue siendo una amenaza, se han logrado reducir los casos de hospitalizaciones y fallecimientos.

La economía china pudo salir bien librada del peor momento de la pandemia, y mientras las otras grandes economías sufrieron fuertes contracciones, la expansión china evitó que las economías de América Latina sufran un mayor desplome el 2020. Ahora la situación puede ser distinta. La desaceleración del gigante asiático se produce cuando se prevén también menores ritmos de crecimiento en otras grandes economías.

La desaceleración en el ritmo de crecimiento chino viene ensombreciendo las perspectivas para la demanda de las materias primas. La mayoría de los precios de los metales industriales que exporta el país están cerca de perder o ya han perdido lo avanzado en lo que va del año.

Las expectativas ahora se centran en las medidas de estímulo que pueda implementar Beijing, que ha reconocido que su situación es peor que la registrada durante el inicio de la pandemia. Por ahora se han anunciado algunas medidas de estímulo monetarias y fiscales, pero estos planes no han sido de una magnitud que evite el riesgo de no cumplir su meta de crecimiento anual de 5.5% para el 2022.

Ya con más de tres meses de la guerra en Ucrania y aún sin señales de una pronta solución, queda esperar, para los países de la región, incluido el Perú, que su principal socio comercial pueda ganar fuerza y ayude a contener nuevamente el menor crecimiento previsto en otras potencias.

El panorama externo puede volverse más incierto, por lo queda tratar de poner en orden la situación local para mitigar un mayor impacto, una tarea que, al menos para nuestro país y con el actual gobierno, luce muy compleja.