Editorial de Gestión. Hay firmas que prefieren los réditos del corto plazo que los efectos que un actuar antiético puede generarles. (Foto: iStock)
Editorial de Gestión. Hay firmas que prefieren los réditos del corto plazo que los efectos que un actuar antiético puede generarles. (Foto: iStock)

EMPRESAS. La pandemia que azota el mundo impacta en todas las áreas de la vida, tanto de las personas como de los países, y también de las empresas. En el caso de las compañías los efectos no solo se evidencian en sus resultados económicos, sino también en su reputación, que si bien es un recurso intangible genera un valor económico que muchas veces cuesta conseguir, pero es muy fácil perder.

Hace poco la firma Merco presentó su informe “El efecto de COVID-19 en la reputación de las empresas iberoamericanas”, y entre los resultados más destacados figuran que para dos tercios de los encuestados (directores de comunicación de las empresas latinoamericanas, incluido Perú) la forma en que se desenvuelvan las firmas en esta pandemia puede beneficiar o dañar significativamente la reputación corporativa y el valor de la empresa. Además, para el 63% es el momento de demostrar el valor de las compañías como agentes sociales.

A pesar de los resultados mostrados por Merco, en el Perú no todas las compañías parecen entender el valor de la reputación. La pandemia evidencia que hay firmas que prefieren los réditos del corto plazo que los efectos que un actuar antiético puede generarles en el largo plazo.

Una lección que ya deja los efectos del coronavirus es que las políticas de precios de algunos productos sensibles de salud como los medicamentos, los balones de oxigeno o las pruebas covid, requieren de mucha transparencia, quizá más que otros servicios o productos, pues se han registrado comportamientos de algunas empresas o grupos empresariales que a ojo de la ciudadanía resultan controversiales y ni cien campañas publicitarias podrían cambiar la mala percepción generada.

Nunca como ahora las compañías tienen la oportunidad de demostrar que piensan en sus stakeholders y, dentro de ellos, sobre todo, en sus clientes externos que compran sus productos y/o servicios. Quizá hoy los consumidores no tengan muchas opciones y deban seguir vinculadas con determinadas firmas, pero en cuanto puedan las sancionarán, no solo dejando de tenerlas como proveedoras, sino criticando su accionar, lo que afectará indefectiblemente su reputación.

Sin embargo, en situaciones como la actual, la palabra sanción es la primera reacción ante el accionar de las compañías y es por eso que se requiere que el actuar de los organismos supervisores creados por el Estado sea con celeridad, y firmeza, pero sin prejuzgar antes de culminar sus investigaciones.

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