CAMBIOS. Hasta hace solo unos meses, hubiese parecido un chiste de mal gusto decir que el ministro de Salud solía promover brebajes para prolongar la juventud (sin autorización sanitaria, por supuesto) y ejercía una especialidad para la cual no estaba acreditado por el Colegio Médico del Perú (CMP). Pero en el Gobierno de Pedro Castillo lo inverosímil se ha vuelto cotidiano. Hay que agregar otro “requisito”, que en plena pandemia es más preocupante que los anteriores: no tiene experiencia en epidemiología ni en salud pública.
Hernán Condori es ese ministro y, para redondear su falta de idoneidad para el cargo, permanece en duda si se ha vacunado o no contra el covid-19. Su único argumento a favor es su cercanía con Vladimir Cerrón. Pese a los pronunciamientos en contra de su designación, de parte del CMP y otros gremios profesionales, el presidente Pedro Castillo está empecinado en mantenerlo en el cargo y el Congreso recién se ha planteado una moción de censura que aún no cuenta con los 33 votos necesarios para ser presentada.
Esa tozudez presidencial y esa parsimonia parlamentaria están poniendo en riesgo el combate contra la pandemia, empezando con la vacunación, sobre todo ahora que está enfocada en menores de edad (ya hay retrasos en el proceso) y ad portas de iniciarse el año escolar. También hay que recordar que el Minsa es uno de los ministerios en el ojo de la tormenta por las denuncias de nombramientos de personas no calificadas para cargos relevantes –el llamado “copamiento” con gente ligada a Perú Libre–, que han ocasionado las renuncias de funcionarios como Gustavo Rosell (viceministro de Salud Pública renunciante pero que aún sigue en funciones) y Gabriela Jiménez (exdirectora ejecutiva de Inmunizaciones), además de todos los miembros del Consejo Consultivo del Minsa.
Ante la ausencia de estos profesionales, cabe preguntarse si Condori recogió la opinión de especialistas para lograr la eliminación de las restricciones de aforo o si fue una medida orientada a levantar la alicaída aprobación del Gobierno, pues el argumento de “reactivar la economía” es más político que económico. Para empezar, la economía ya estaba reactivándose cuando Castillo asumió la Presidencia y, más bien, comenzó a desacelerarse por causa de los desaciertos e impericia de su Gobierno.
Hay países que levantaron esas restricciones antes de tiempo, también por motivos ajenos a lo estrictamente sanitario, y sufrieron nuevas olas de contagios, aunque si eso ocurre en el Perú, no será difícil ocultarlo al principio (bastará con tomar menos pruebas). Así estamos.