Editorial de Gestión. Ya no estamos hablando de novatos, pues los actuales gobiernos regionales asumieron hace casi tres años”.  (Foto: GEC)
Editorial de Gestión. Ya no estamos hablando de novatos, pues los actuales gobiernos regionales asumieron hace casi tres años”. (Foto: GEC)

GASTO PÚBLICO. Paradoja 1: Los gobiernos regionales de tres de los seis departamentos con mayor pobreza monetaria son los que muestran menor avance en inversión al cierre del tercer trimestre del año. Paradoja 2: A pesar de contar con fondos que no han ejecutado, recibieron aumentos en sus presupuestos. Se trata de Huancavelica, Cajamarca y Puno, ubicados en el rango de pobreza entre 41.4% y 45.9%, que en conjunto cuentan con S/ 1,308 millones para obras públicas pero que faltando tres meses para que termine el año, solo habían devengado S/ 381 millones, es decir, menos del 30%.

Es difícil entender que existan funcionarios estatales de alto nivel que muestren un desempeño tan mediocre en una de sus principales responsabilidades, que es proveer de infraestructura y servicios básicos a los habitantes de sus jurisdicciones. Ya no estamos hablando de novatos, pues los actuales gobiernos regionales asumieron en enero del 2019 –hace casi tres años–, de modo que justificaciones estándar como encontrarse en periodo de aprendizaje por su falta de experiencia ya no surten efecto. Culpar a las “trabas” que impone la Contraloría tampoco tiene sustento, ya que esta entidad vela por la correcta ejecución presupuestaria, y si detecta irregularidades es porque existe ineficiencia y hasta corrupción.

Los gobiernos regionales de los tres departamentos mencionados también “destacan” por el número de obras presupuestadas pero con cero ejecución: 146 en Huancavelica, 39 en Cajamarca y 26 en Puno. ¿Por qué no gastan lo que tienen asignado? Los gobiernos regionales y municipales suelen esgrimir una misma justificación, que sirve para disfrazar su mal desempeño: afirmar que las obras no avanzan o no se inician porque el Gobierno “central” (en realidad, es nacional) no les asigna o transfiere los recursos necesarios, confiando en que nadie se tomará el trabajo de verificar la data del MEF –y corroborar que no dicen la verdad–.

La pandemia desnudó la precaria situación de la salud pública en el Perú, pero eso no parece haber concientizado a los gobiernos regionales en general, que a setiembre solo habían ejecutado el 34.8% de su presupuesto en dicho rubro. La construcción de un hospital en Cajamarca y el fortalecimiento de otro en Puno figuran entre los proyectos con menor avance. Otra triste característica de los departamentos con mayor pobreza es que, en general, se encuentran más rezagados en la vacunación, proceso que está a cargo de sus respectivos gobiernos regionales. ¿Se animará algún poder del Estado a exigirles rendición de cuentas?


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