Editorial de Gestión. En los próximos seis meses las personas no deben descuidar  el uso de los protocolos para reducir el contagio.
Editorial de Gestión. En los próximos seis meses las personas no deben descuidar el uso de los protocolos para reducir el contagio.

VACUNA. En la lucha contra el COVID-19 la mayor apuesta del país está en el descubrimiento de una vacuna que reduzca de manera significativa los niveles de contagio de la enfermedad. Si bien varios laboratorios a través del mundo están trabajando en desarrollarlas, todavía ninguna puede asegurar cuándo estará lista para su comercialización.

Los más optimistas consideran que algún laboratorio podría tenerla lista a fin de año, pero una mirada más moderada plantea el primer trimestre del próximo año, plazo que han asumido tanto el presidente como los ministros, al punto que, según la encuesta de Datum, esa es la fecha en que un mayor número de peruanos espera que esté lista (33%).

Lo que nadie precisa es que aun cuando esta fecha sea cierta, inicialmente las dosis disponibles serán muy reducidas, por lo que su aplicación demorará en poder ser masiva. Siendo así, el Gobierno debería cuidar las expectativas, pues si bien se indicó que los miembros del sector Salud y las Fuerzas Armadas serían los primeros en ser vacunados, hace unos días el ministro de Educación incluyó a los maestros en la lista.

Este no es el único aspecto que el Gobierno debe cuidar. Cuando logre concretar la adquisición de 30.4 millones de vacunas –que es la cantidad que se planea comprar– deberá tener resuelto todo lo pertinente a la cadena de frío indispensable para asegurar la logística que implica recibir y trasladar las vacunas para asegurar su potencia inmunológica.

En este esfuerzo, que significará llegar hasta los pueblos más remotos del país y en las zonas más agrestes, el Gobierno no debería descartar la ayuda del sector privado, pero organizándolo con anticipación para que ningún aspecto quede sin coordinar.

En esta etapa el manejo de las expectativas es muy importante, no para generar zozobra entre la población, sino para que en los próximos seis meses –que podrían ser la última etapa– las personas no se descuiden en el uso de los protocolos para reducir el contagio, sobre todo en el distanciamiento social que viene siendo el talón de Aquiles debido a las reuniones sociales y aglomeraciones. El rol de las autoridades gubernamentales será ser cautelosas para no generar ni pesimismo ni falsas expectativas.

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