Editorial de Gestión. No aplicar todas las opciones disponibles podría generar mayores costos, y no solo de dinero.
Editorial de Gestión. No aplicar todas las opciones disponibles podría generar mayores costos, y no solo de dinero.

TRANSPORTE. Desde el inicio de la pandemia, el tema del transporte fue una preocupación constante. Primero se restringió al máximo para evitar que se incumpla con la orden de la inmovilización y luego para cuidar que no se convierta en un medio de contagio. Y no solo el transporte urbano, sino también el interprovincial, que fue suspendido desde los primeros días, así como la aviación comercial.

Ahora que ya se dio inicio al plan de reactivación económica, pensar en este sector cobra una mayor importancia. En el caso del interprovincial, aunque recién entrará en operaciones en la tercera o cuarta fase del plan, el titular del MTC, Carlos Lozada, adelantó que se contempla la aplicación de subsidios o la posibilidad de reducir el Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) para tratar de compensar los costos que implicará limitar el aforo de los vehículos y que no se trasladen al usuario final, lo cual se reflejaría en un alza de los pasajes.

Esta decisión, que puede parecer loable, podría poner en aprietos al Gobierno, porque bajo los mismos fundamentos tendría que otorgar beneficios similares al transporte urbano e incluso al aéreo. En ese sentido, cabe preguntarse de dónde conseguirá los recursos para atender todas las demandas.

Ya el alcalde Lima ha solicitado recursos al Ejecutivo para asegurar la continuidad del Metropolitano y de los corredores, transporte que ha visto incrementados sus costos al tener que trasladar menos pasajeros en cada viaje. Lo mismo podrían reclamar las otras empresas de transporte formales.

En el caso de Lima, al tema de costos se ha sumado una innecesaria controversia entre el municipio y la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao respecto a Protransporte y los proyectos de inversión, la cual deberían resolver a la brevedad ambas autoridades.

Pero el tema de costos no es el único problema en el transporte. Si bien inicialmente se entendía que se limitara el uso del transporte privado para no facilitar la salida de personas, una vez iniciada la reactivación no queda claro por qué se mantiene la prohibición. Si se quiere que el transporte público reduzca su aforo para evitar los contagios y se plantea buscar medios alternativos, como la bicicleta, para cuidar las distancias, también se debería permitir que las personas puedan usar su propio auto, para un mejor control sobre las medidas sanitarias, por lo menos mientras mejora el sistema de transporte. No aplicar todas las opciones disponibles podría generar mayores costos, y no solo de dinero.