REACTIVACIÓN. A tres días de poner fin a la cuarentena, hay 104,020 casos confirmados de contagiadas de covid-19. Frente a la pandemia, el presidente Martín Vizcarra y su gabinete han ensayado una serie de respuestas, algunas han dado resultado, otras han tenido que ser ajustadas al ver que no rendían frutos y algunas más no han pasado del papel, quedándose en simples enunciados o su implementación está demorando excesivamente.

Lamentablemente, la mayoría de ellas, aunque bienintencionadas, han sido respuestas aisladas que no han tenido en cuenta todas las aristas del problema y no responden a una táctica articulada de todos los sectores involucrados. Evidencia de ello han sido las respuestas diferentes y hasta contradictorias dadas por los ministros frente a un mismo tema.

En este momento el país se encuentra en la fase uno de la reactivación económica y, sin embargo, queda aún mucho por ajustar en los planes que el Ejecutivo ha diseñado. Es cierto que, desde fuera, sin el peso de la responsabilidad, las cosas se ven diferentes, pero por eso mismo el Gobierno debería escuchar las voces de los involucrados para ir ajustando su propuesta.

Por ejemplo, una de las críticas a la ruta planteada para el reinicio de actividades es que se pensó en los sectores, pero no en las actividades conexas. Es decir, no se planteó en función a cadenas productivas. Lo que puede dejar a una empresa de textiles cosiendo, pero sin la posibilidad de teñir sus prendas o produciendo, pero sin poder vender.

Otra dificultad es que el protocolo para el reinicio de actividades es demasiado burocrático y puede resultar muy confuso y engorrosos, sobre todo para las pequeñas empresas. Sin duda, cumplir con las normas de salubridad y seguridad es importante, pero determinar los pasos a seguir de manera sencilla y contando con un solo manual sería mejor —¿Es necesario que el Ministerio de Salud emita un protocolo y el Ministerio de la producción otro? ¿No podían consolidarse los requerimientos de cada institución en uno solo?—, de lo contrario solo que consigue que las empresas demoren o no puedan cumplir con las exigencias establecidas.

El reinicio de actividades no debe tener vuelta atrás. Pero debe buscarse un mejor camino, no solo para que el nivel de contagio del virus no se dispare, como ha sucedido en otros países (Chile es un claro ejemplo), sino además para que se reduzca el nivel de desempleo que ya genera la pandemia. Para ello se requiere una mirada clara de los problemas a enfrentar y medidas que permitan saber el rumbo de la economía. Hasta el momento eso está ausente.

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