COBRE. En minería, para el Perú no todas son malas noticias. El precio del cobre, del cual el país es el segundo mayor productor del mundo, acumula un avance en el año de alrededor de 25%, y se vislumbra un panorama favorable en los próximos trimestres, aunque eso no implique que no tenga altibajos.
Entre las razones para el optimismo están las reducidas existencias del metal, así como la escasa cartera de nuevos proyectos en el mundo. Asimismo, se espera que la llegada de nuevos planes de inversión, como el recientemente aprobado plan de infraestructura en Estados Unidos, impulsen la demanda. A esos factores se ha sumado también el empuje de las energías limpias, lo cual puede incentivar aún más los requerimientos de cobre.
Entre los riesgos aparecen los crecientes temores sobre una expansión de la crisis inmobiliaria en China. Si este sector no logra salir airoso de sus problemas puede reducir la demanda de cobre en el principal consumidor del metal. No obstante, aún se está a la expectativa de la magnitud de las medidas que pueda tomar el Gobierno chino para mitigar el impacto de esa crisis.
Otro de los factores de riesgo es la mayor inflación en las potencias económicas, que vienen presionando a las autoridades monetarias a poner freno a sus medidas de estímulo. En Estados Unidos, por ejemplo, ahora se espera una primera alza de la tasa de interés de referencia para junio próximo, lo cual viene presionando al dólar y restando atractivo a la demanda del metal.
Nuevas olas de contagios, como las que se vienen registrando en Europa, son también un riesgo latente, dado que pueden llevar a nuevos confinamientos, situación que esperamos que hayamos dejado atrás.
Y es que el cobre, pese al importante avance acumulado del año, aún está por debajo del pico alcanzado en mayo pasado, y parece tener espacio para cerrar el año con un mayor avance, situación que el Perú no debería dejar de aprovechar.
Sin embargo, en nuestro país, a setiembre, la producción mensual de cobre aún no lograba recuperar el nivel previo a la pandemia. En el país existe más de una veintena de proyectos del metal pendientes que suman una inversión de US$ 36,423 millones, y de ellos, diez tienen planes de ponerse en marcha entre el 2022 y el 2027. La puesta en operación de dichos proyectos puede representar tanto divisas como una ansiada mayor recaudación de impuestos para el país, pero estos dependen de reglas claras y previsibilidad. Por ello, cuesta entender las continuas contradicciones al interior del Gobierno sobre la minería, errores que no hacen más que desincentivar a los inversores, y tal como advirtiera un banco de inversión, estos podrían optar por otras opciones tan cercanas, como Chile.