Pedro Pablo Kuczynski.
Pedro Pablo Kuczynski.

PULSO PERÚ. En setiembre del 2016, cuando la aprobación del presidente Pedro Pablo Kuczynski llegaba a 65%, ni Franz Kafka habría sido capaz de imaginar lo que meses después ocurriría. Hoy, la incapacidad para salir adelante frente a los estragos del fenómeno de El Niño y el proceso de reconstrucción, su falta de olfato político, así como el caso Lava Jato, que terminó involucrando al propio mandatario, (por mencionar solo algunos temas) han generado que PPK tenga su más bajo nivel de aprobación, apenas 17%, según la última encuesta de Pulso Perú.

Un nuevo pedido de vacancia corre por los pasillos del Congreso y ya se hacen los cálculos para saber si esta vez sí conseguiría los 87 votos requeridos. Dado su componente político, no está asegurado el éxito de su solicitud, pero lo cierto es que la legitimidad del presidente Kuczynski se va perdiendo cada día que pasa y no parece interesado en hacer algo que pueda revertir esta situación para llegar sin sobresaltos a julio del 2021.

Esta crisis de legitimidad que está viviendo PPK afecta la gobernabilidad del país, no en vano ya un 51% cree que no terminará su periodo como presidente y, peor aún, un 63% prefiere que deje su cargo y que sus vicepresidentes renuncien. La población no confía en el mandatario, a tal punto de considerar que las declaraciones de Jorge Barata han afectado más a Kuczynski que a Alan García. Además, tal como lo han repetido varios especialistas (Gestión 01.03.2018), esta situación hace imposible llevar adelante las reformas que el país requiere y resta posibilidades a la recuperación económica.
Pero si el escenario está complicado en el Ejecutivo, en la acera del frente no está mejor. La oposición también enfrenta duros momentos. La desaprobación de Keiko Fujimori subió a 70% y la de Alan García se elevó a 88%. Solo Julio Guzmán, Alfredo Barnechea y Verónika Mendoza han visto subir su nivel de aprobación, aunque ninguno supera el 30%.

Sin embargo, si algo debe aprender la población con lo sucedido es que “la ocasión hace al ladrón” y por ello en el próximo proceso electoral (sea cuando fuere) la obligación de los votantes será exigir mayor transparencia de los candidatos. Por ejemplo, cada uno de ellos debería de presentar su declaración jurada de Impuesto a la Renta de los últimos cinco años y un CV documentado en el que se precise para quién trabajó, todo eso como un acto de buena fe. Porque después de lo vivido lo único que no debería pasar es que se tropiece con la misma piedra.