(REUTERS/Agustin Marcarian).
(REUTERS/Agustin Marcarian).

EL REGRESO DEL PERONISMO. Tal como anticiparon las elecciones primarias de agosto en Argentina, el peronista Alberto Fernández se impuso en primera vuelta a Mauricio Macri, quien buscaba su reelección.

Fernández, quien tendrá como vicepresidenta a la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner, obtuvo el 48.1% de los votos frente al 40.4% obtenido por Macri en las elecciones del domingo.

La posibilidad, ahora realidad, del retorno del peronismo ha provocado desde agosto una disparada del dólar y desplome de la bolsa argentina, al temerse también el retorno de un mayor intervencionismo del Estado.

Hay muchas dudas y pocas expectativas en la política económica que desarrolle el nuevo mandatario, tanto por la experiencia vivida cuando su vicepresidenta ocupaba la más alta magistratura, como por la retórica populista usada por Fernández durante la campaña.

El mandatario electo ahora alista su equipo de transición, con una economía con menores desequilibrios que la que heredó Macri a fines del gobierno de Cristina —insostenibles controles de precios y del tipo de cambio, elevados subsidios, un elevado déficit fiscal y un aislamiento de los mercados mundiales— , pero con una mayor deuda e inflación.

Durante su mandato, Macri no pudo cumplir con su promesa de resolver la crisis económica argentina. La inflación y la recesión siguen siendo una amenaza para el país, y no logró atraer a Argentina mayores inversiones, crecimiento y empleo, como lo ofreció.

Ese descontento se vio reflejado en los resultados del domingo. Alberto Fernández asume así complicados retos, como el pago de deuda, la alta inflación, una economía en contracción, la desconfianza en el peso y los malos recuerdos de los inversionistas.

El sector externo, en el que confió Macri, ha empeorado; con una desaceleración del crecimiento mundial que reduce demanda y precios de los commodities, lo que no da espacio para incrementar el gasto, tan común en los gobiernos peronistas. La situación en Argentina amerita medidas nada populistas si se pretende encarrilar realmente a la economía, y queda la interrogante de si Fernández se atreverá a tomarlas. De lo contrario, nuevamente puede lograrse un crecimiento artificial, pero dejando las cuentas por pagar al siguiente gobierno. De ser así, Argentina habrá tropezado otra vez con la misma piedra.