El presidente Martín Vizcarra anunció este domingo 16 de setiembre que se plantearía cuestión de confianza para que se apruebe los proyectos de reforma constitucional. (Foto: Difusión)
El presidente Martín Vizcarra anunció este domingo 16 de setiembre que se plantearía cuestión de confianza para que se apruebe los proyectos de reforma constitucional. (Foto: Difusión)

REFORMAS. El domingo, el presidente Martín Vizcarra, en un mensaje a la Nación, planteó la presentación de una cuestión de confianza al Parlamento con la finalidad de que se aprueben las cuatro reformas constitucionales presentadas por el Ejecutivo. Quienes apoyaron la medida consideraron que fue lo más acertado frente a las demoras y señales de entrampamiento que venían desde el Congreso, principalmente desde Fuerza Popular. En la otra orilla, cuestionan la decisión y advierten que lo que busca Vizcarra es cerrar el Congreso.

Pero como nada mejor que el tiempo para poder ver las cosas con mayor claridad, ayer los ánimos se calmaron un poco. Para demostrar al país que no hay ánimo obstruccionista, la Comisión de Constitución, controlada por Fuerza Popular, aprobó el dictamen para reformar el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) e inició el debate para el retorno de la bicameralidad, simultáneamente. Por su parte, el presidente citó a los voceros de todas las bancadas a Palacio para dialogar con ellos. Las declaraciones dadas después de la reunión evidenciaron distensión e intención de debatir las reformas.

¿Y la cuestión de confianza? La Junta de Portavoces del Parlamento consideró que no cabía dicho pedido, aun así, acordó recibir al presidente del Consejo de Ministros, César Villanueva, para que sustente su pedido, pero adelantaron que no lo someterán a votación inmediata. Ahora lo difícil para el premier será encontrar los argumentos que justifique su pedido desde el punto de vista constitucional.

El momento aún es tenso, pero parece haber un pequeño rayo de luz al final del túnel. Si el domingo parecía que el Gobierno y la oposición se dirigían irremediablemente a un rumbo de colisión, donde el choque de fuerzas era inevitable, ayer, desde ambos lados han decidido bajar los niveles de confrontación.

Bajar el clima de enfrentamiento y centrarse en el debate y aprobación de las reformas es lo que el país exige. Nadie espera que la relación entre Parlamento y Gobierno vaya ahora sobre una pista sin baches, pero sí acuerdos mínimos. Por ahora, no habrá un impacto importante en la economía, salvo que el proceso se vuelva a frustrar y aumente la incertidumbre.