(Foto: Andina).
(Foto: Andina).

TRANSPORTE. Faltan dos meses para las elecciones municipales y regionales, pero la campaña todavía no levanta vuelo, ni siquiera en Lima. Hay otros temas de la agenda nacional que copan la atención de los medios y del público, lo que ha ocasionado que no se sepa casi nada de las propuestas de los candidatos en torno a problemas como el transporte, la seguridad ciudadana o la corrupción.

El Ejecutivo y el Congreso tampoco dicen mucho. El 9 de enero, la Comisión de Transportes y Comunicaciones del Legislativo aprobó el proyecto de ley que crea la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU), pero han pasado casi siete meses y todavía no ha sido debatido en el pleno. El Ministerio de Transportes (MTC), que fue el promotor del proyecto durante la Presidencia de Pedro Pablo Kuczynski, también parece haber perdido interés en el tema; es más, el presidente Martín Vizcarra no lo mencionó en su discurso del 28 de julio.

La ATU tendrá el encargo de articular el sistema de transporte en Lima y Callao, uniformizar rutas y tarifas y gestionar la infraestructura. Además, fusionará la administración del Metropolitano, el Metro de Lima y los corredores viales, cuyos servicios también supervisará. Una vez que se apruebe la ley, lo crucial será el funcionamiento óptimo de la entidad: que su gestión recaiga en profesionales idóneos y que reciba respaldo político.

Sin embargo, la ATU no resolverá el principal obstáculo del transporte público capitalino, que es la falta de infraestructura. El Metro de Lima, que está a cargo del MTC, es un proyecto ambicioso que camina a paso de tortuga. Solo está en operación la Línea 1 –desde inicios del 2012– y la construcción de la Línea 2 ha atravesado una serie interminable de demoras causadas por las trabas burocráticas. El sistema tendrá cinco líneas, pero al ritmo en que se avanza y considerando que Lima sigue creciendo, cuando todo esté operativo la demanda habrá sobrepasado a la oferta.

Es lo que ha ocurrido con el Metropolitano. Han transcurrido ocho años desde su inauguración y ha pasado de ser una solución a convertirse en un nuevo problema. Aparte de las incomodidades que sufren sus usuarios y del hecho que el proyecto sigue inconcluso, hay que mencionar los vicios administrativos que han ocasionado que la Municipalidad de Lima haya tenido que pagar millonarias sumas a los concesionarios como compensación.

La otra gran traba del transporte es el irrespeto a las reglas de tránsito. Es poco lo que se hace para imponer la civilidad en las calles. Tanto la Policía como los municipios tienen mucho que corregir en este aspecto.