POLÍTICA CULTURAL. El Gobierno publicó ayer la nueva Ley de Cine (Decreto de Urgencia 22-2019), que reemplaza la que estaba vigente desde octubre de 1994. La norma lleva la firma del ahora exministro de Cultura, Francisco Petrozzi, pues fue promulgada el 6 de diciembre, un día antes de que el presidente Martín Vizcarra aceptase su renuncia, aunque dos días después de que el mandatario la anunció.

La accidentada salida de Petrozzi del Gabinete ha sido harto documentada, aunque sus cuestionadas decisiones, en apenas dos meses en el cargo, no comenzaron con la destitución de Hugo Coya como presidente ejecutivo del Instituto Nacional de Radio y Televisión del Perú (IRTP), sino antes: en octubre despidió a la jefa de la Biblioteca Nacional, María Mannarelli, y en noviembre contrató a Guido Lombardi como asesor, pese a que la oficina de control interno del ministerio estableció que no reunía los requisitos –el excongresista renunció tres días después–.

También se ha resaltado que, en lo que va del actual periodo presidencial (PPK más Vizcarra), ya van nueve ministros de Cultura. Esta inusual rotación habla muy mal del compromiso del Estado con temas como la creación de identidad nacional, valorización de la diversidad y promoción del patrimonio. Gestión ha advertido en repetidas ocasiones que ese ministerio ha venido trabajando sin brújula, sin una idea clara de cuál debiera ser su función y, por tanto, incapaz de implementar una (inexistente) política cultural.

Los sucesivos titulares se han limitado a anunciar “novedades” como la postulación de la gastronomía peruana para que la Unesco la reconozca como Patrimonio de la Humanidad –se comenzó en el 2011, pero hasta ahora sin suerte–, cambios de nombres a museos, entidades y demás, la conversión en universidades de las escuelas de artes o una nueva ley de cine –ya no se podrá apelar a esto–, pero siempre tuvieron problemas para articular y diseñar planes programáticos e integrales. Y si los hubo, los sucesores prefirieron descartarlos porque consideraban que se requerían “nuevos aires”, o excusas por el estilo.

Otra muestra de la poca atención que reciben los temas culturales es que la Ley de Cine fue publicada sin ningún anuncio presidencial ni convocatoria a los medios para explicar sus alcances. Y es que el Gobierno nunca se ha animado a difundir su escaso trabajo en materia cultural. La flamante ministra, Sonia Guillén, tiene el reto y la responsabilidad de darle rumbo y relevancia al sector. Estaremos atentos.