SIN AGUA. El país está siendo afectado por un evento climático, la sequía, cuyos efectos han causado serios daños en numerosas zonas rurales. En primer lugar, los incendios forestales, que se iniciaron hace casi tres semanas y que en un momento llegaron a totalizar 43, ocurriendo en simultáneo. Y luego vino la constatación de que el retraso de las lluvias estaba afectando la actividad agrícola en 37 valles, lo que ponía en riesgo los cultivos.

En ambos casos se procedió a declarar en emergencia las zonas afectadas, y aunque los incendios están siendo controlados y ya comenzó a llover en la sierra norte y en el sur, la situación tomará algún tiempo en normalizarse. Luego vendrá la cuantificación de los daños: hectáreas perdidas de bosque, familias damnificadas, producción estropeada, etc.; e inmediatamente, la ayuda económica que esos lugares requerirán. Las ciudades, probablemente, sientan el golpe cuando la previsible escasez de alimentos se traduzca en aumento de precios.

El Gobierno tiene un sus manos una enorme responsabilidad, en especial el Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri) y el Congreso –los parlamentarios deberán recordar que su prioridad es la representación de sus departamentos–, pues habrá que reasignar recursos del presupuesto para aliviar las estrecheces que afrontarán los afectados y reparar la infraestructura dañada por los incendios.

Eso corresponderá al corto plazo, pero esperemos que esta lección haga que las autoridades se pongan a pensar, por fi n y en serio, en que las consecuencias del cambio climático no son advertencias sobre lo que ocurrirá en el futuro, sino que el Perú ya las está sufriendo. La población también tendrá que aprender que los trastornos climáticos serán más frecuentes y que no obedecerán únicamente a la presencia del fenómeno de El Niño. Hará falta mucha educación, aspecto que quizá sea el desafío mayor, pues las entidades del Estado tendrán que sacudirse la desidia y mejorar sustancialmente la escasa (y deficiente) comunicación que tienen con los peruanos de a pie. El Minagri es el encargado de liderar este cambio, así que la pregunta es si estará a la altura del reto.