EMPLEO. La desaceleración de la economía, exacerbada en el primer trimestre por los efectos de El Niño costero, está reflejándose en la merma de la calidad del empleo. Si bien las cifras agregadas continúan mostrando variaciones positivas –aunque últimamente bastante modestas–, lo que está cambiando negativamente es el tipo de empleos disponibles y las remuneraciones que esos puestos de trabajo ofrecen.

Según el último informe del INEI sobre el mercado laboral, publicado esta semana, la población ocupada en Lima aumentó 0.5% en el trimestre febrero-abril (respecto del mismo periodo del año pasado), debido a que el subempleo se incrementó en 7.5%, mientras que el empleo adecuado se contrajo en 3.1%. En otras palabras, ha disminuido la oportunidad de encontrar un trabajo cuyo salario cubra el costo de una canasta básica familiar –algo que no ocurría desde mayo del 2005–. El grupo más afectado es el de jóvenes menores de 24 años.

Las cifras a nivel nacional tienen un mes de retraso comparadas con las de Lima (cubren el trimestre enero-marzo). En dicho periodo, el empleo total creció 1.8%, influenciado por el subempleo, que aumentó 3.7%, mientras que el empleo adecuado apenas se expandió 0.4%. Pero esa expansión solo se observó en el ámbito urbano, pues en el rural hubo un descenso. La consecuencia directa del aumento del subempleo es el deterioro de los ingresos que perciben los trabajadores: disminuyeron 0.2% a nivel nacional y 0.7% en Lima.

Como es lógico suponer, a menores ingresos, menor consumo. Además, hay que tener en cuenta de que cuando el PBI comience a recuperarse, tendrán que transcurrir algunos meses para que ese efecto se traslade a la creación de empleos adecuados. Por ello, es preciso que el Gobierno comience a actuar para revertir ese círculo vicioso, sobre todo con el inicio de la reconstrucción, pues los empleos temporales que genere serán un alivio para muchos.

Si bien las esperanzas para sostener el PBI en el corto plazo están cifradas en las exportaciones, un menor consumo interno –provocado por el deterioro de la calidad del empleo– será un duro golpe para sectores como comercio y servicios privados. Para el largo plazo, la tarea más importante será establecer condiciones atractivas para la formalización del empleo.

El Ejecutivo tiene previsto presentar sus planes de reforma laboral en julio y la situación actual le obligará a proponer medidas que no solo funcionen en los buenos tiempos sino también en contextos de desaceleración como el actual.