INFORMALIDAD LABORAL. La lenta recuperación de la mayoría de sectores económicos tendrá un efecto positivo sobre el empleo. Pero no será inmediato, como se constata con la construcción, que comenzó a reactivarse en junio pasado, pero recién registró datos laborales positivos a fines del 2017. La gran pregunta es si el abandono del enfriamiento de sectores como servicios y comercio –que en marzo creció a una tasa que no se veía desde abril del 2016– revertirá la tendencia que está afectando al mercado laboral peruano: el aumento de la informalidad.

En el trimestre enero-marzo, el empleo informal a nivel nacional (incluyendo Lima) se incrementó 5.1%, mientras que el formal se contrajo 2.4%, ambos con respecto al mismo periodo del año pasado. El INEI considera formales a los trabajadores cuyo vínculo laboral está “sujeto a la legislación laboral, fiscal y de la seguridad social o se desempeñan en el denominado sector formal”.

Este componente de la PEA ocupada es el minoritario y lo más preocupante es que ahora representa la tercera parte del total en el área urbana, pues su participación ha bajado de 34.5% a 32.9%, mientras que en el área rural el panorama es mucho más alarmante, pues apenas el 4% está amparado por la normativa (en el primer trimestre del año pasado era el 4.7%). El deterioro del empleo formal lleva tres años, pero se acentuó con la desaceleración de la economía, a fines del 2016.

La informalidad está afectando a casi todos los grupos demográficos: además de las personas que trabajan en el campo, figuran los jóvenes menores de 24 años, las mujeres y quienes poseen niveles educativos más bajos (primaria y secundaria). La actividad económica donde la informalidad tiene mayor incidencia es la extractiva, es decir, agricultura, minería y pesca (85.8%), seguida de construcción (76%) y comercio (72.5%). Las de menor incidencia son servicios (60.8%) y manufactura (60.4%).

¿Se reducirá la informalidad con la reactivación? Quizás el primer efecto sea la disminución del desempleo, que a marzo era 5.1% a nivel nacional, pero subía hasta 8.1% en la costa sur. Además, habrá que considerar otro factor que podría retrasar las contrataciones formales: el alza de la remuneración mínima vital (RMV), que rige desde abril para las empresas pequeñas, medianas y grandes, y desde mayo para las microempresas.

Cuando se publiquen las estadísticas laborales correspondientes al segundo trimestre sabremos qué pesó más, si el esperado crecimiento del PBI en abril y mayo (entre 5% y 6%), o el incremento sin sustento convincente de la RMV.