ACUERDOS. La apertura comercial es uno de los pilares de la política económica del Perú, y los sucesivos gobiernos han negociado tratados de libre comercio (TLC) con las principales economías del mundo: desde Estados Unidos y China, hasta Canadá y la Unión Europea, pasando por la mayoría de países latinoamericanos. Además, nuestro país es miembro de APEC y signatario del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), llegando a sumar 25 acuerdos ya firmados, aunque solo 21 están vigentes.

Pero todavía pueden darse TLC con otros países cuya producción de bienes y servicios podría complementarse con la peruana. Uno de ellos es Australia, con el que ya culminó la segunda ronda de negociaciones con el cierre de varios capítulos, entre ellos: Defensa comercial, Empresas de propiedad del Estado y Compras públicas. Las perspectivas de alcanzar un acuerdo en poco tiempo son positivas, pues al igual que el Perú, este país apuesta por la apertura comercial para apuntalar su economía y reforzar el desempeño de su sector privado.

Además de la acostumbrada reducción arancelaria –se negocia la liberalización inmediata de hasta el 97% de las partidas y el resto en cuatro años–, este TLC incluirá la apertura del comercio de servicios, así como el tratamiento de inversiones. Australia es uno de los países que no reconoce el origen peruano del pisco, así que quizás este punto podría formar parte de las conversaciones. ADEX estima que con Australia existen 145 oportunidades no aprovechadas por poco más de US$ 1,639 millones, principalmente de los sectores agroindustrial y químico.

Este mes también se comenzó a negociar el TLC con India y están en proceso los TLC con Turquía y El Salvador, además del Acuerdo de Comercio de Servicios (TISA) aunque este último es controvertido, pues busca desregular todo tipo de servicios e impediría el uso de software libre, además, el contenido del acuerdo no podrá ser público hasta cinco años después de su entrada en vigencia.

Sin embargo, existe el riesgo de que el impacto de los acuerdos se agote, tal como meses atrás advirtió el BCR, por lo que es necesario que la apertura comercial sea reforzada con medidas orientadas a impulsar la competitividad, tales como la reducción de costos logísticos y burocráticos, la mayor inversión en infraestructura de transporte, una promoción más potente, y el incentivo de productos con potencial exportador –que ha funcionado con la agroindustria–. Solo así se podrá aprovechar por completo las ventajas de los TLC.