La productividad en el Perú es el tema de hoy.
La productividad en el Perú es el tema de hoy.

PRODUCTIVIDAD. Para cada emergencia en el Perú le surge una urgencia, haciendo que la mayoría viva pendiente de los sucesos del día a día, y que quienes deben tomar decisiones piensen solo en el corto plazo.

Sin embargo, a veces es necesaria una mirada desde fuera que permita recordar que, para lograr el crecimiento, se requiere empezar ya a tomar decisiones de largo plazo. Eso ha sido la visita de Dani Rodrik, uno de los economistas más influyentes del mundo, quien ha recordado un par de temas necesarios a los cuales hay que ponerles mayor interés si se quiere que el Perú avance.

Uno de ellos es la diversificación productiva, política que inició el Ministerio de la Producción del Gobierno anterior, a través de las mesas ejecutivas, y que, si bien al comienzo fue dejada de lado por el actual Gobierno, el MEF la ha puesto otra vez en agenda. Para Rodrik, la diversificación productiva requiere que el sector privado le muestre al sector público cuáles son los obstáculos que encuentra en el camino y que no puede resolver por sí solo, sin que eso implique la solicitud de subsidios o incentivos. Pero también necesita del interés del sector público para entender que el esfuerzo por invertir de los privados puede verse socavado por la regulación.

El concepto de Rodrik sobre la diversificación significa un reto para ambos sectores, pues la tentación de solicitar beneficios es muy grande para el sector privado —sobre todo para los mercantilistas que aún subsisten— y la desconfianza a veces es la primera respuesta del sector público. Convencerse de la buena intención de ambos será fundamental para lograr buenos resultados.

Cambios en materia laboral es otro tema del que desde esta columna hemos reclamado hace más de 25 años y que Rodrik ha destacado. La propuesta es aparentemente sencilla: el Estado puede flexibilizar las condiciones de despido, siempre y cuando el empresario demuestre que contratará a más personal. Si bien suena lógico, la verdad es que además de la desconfianza natural entre Estado y privados, son los propios trabajadores los que desconfiarían, sobre todo por las malas experiencias del pasado. Quizá empezar por una actividad o una zona geográfica ayudaría a que se despejen las suspicacias.

Lo cierto es que algo hay que hacer, por muy arriesgado que parezca, pues si no se logra crear más empleo para absorber la nueva mano de obra, es decir a los jóvenes que se van incorporando año tras año, se podría generar no solo un problema económico, sino también político.