Foto: GEC
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EMPRESARIOS Y LUCHA ANTICORRUPCIÓN. Si hay una labor en la cual el presidente Martín Vizcarra ha logrado ser aprobado por la ciudadanía, esta es la lucha contra la corrupción —59% según la última encuesta de Pulso Perú—. La corrupción es un problema transversal a todas las actividades del país —por ello la población mantiene el interés en el tema—, y aunque se ponga más énfasis en su arista política, lo cierto es que son sus efectos en la economía lo que mayores estragos genera.

Las investigaciones en marcha han demostrado que varias empresas, no todas, han sido una parte del problema. Por eso, es de saludar las declaraciones del presidente de Empresarios por la Integridad respecto a que ya hay tres compañías que estarían recibiendo su certificado de “cero soborno” a fines de este mes (Gestión 12.06.2019) y nueve más están en proceso de evaluación. Sin embargo, deja todavía un sinsabor que solo se hayan presentado doce solicitudes. A fines de noviembre del 2018 se lanzó la iniciativa para obtener la certificación que permitiría demostrar con hechos el interés empresarial en la lucha contra la corrupción.

El caso del llamado “club de la construcción” y el cada vez mayor número de empresas involucradas muestran la gravedad del tema, por lo que, si la comunidad empresarial quiere dar algún gesto de compromiso en la lucha contra la corrupción, esta iniciativa de Empresarios por la Integridad debería obtener una mayor convocatoria. Si bien esta certificación es voluntaria, los gremios deberían impulsar a sus miembros a conseguirla, pues se trata de un tema ético. Justamente, la actual presidenta de Confiep ha prometido revisar los códigos de ética, y se espera tener prontas noticias de los resultados de dicha revisión.

Se puede argumentar que para luchar contra la corrupción está la legislación vigente del compliance, pero esa es una obligación legal que en otros países ya ha sido incluso incumplida. En cambio, la certificación de “cero soborno” representa un compromiso de los empresarios para combatir esta lacra. Allí radica su importancia, pues el compromiso ético entre la empresa y sus stakeholders revela una responsabilidad más profunda.

Si los ejecutivos no se toman más en serio esta lucha, entonces se mantiene el riesgo de que la lacra que hoy se investiga, se repita, y que aquellos que están contra la economía de mercado mantengan la monserga de que el actual modelo económico es el culpable de la corrupción.