Redacción Gestión

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FRACCIONAMIENTO TRIBUTARIO. Pagar nuestros impuestos no es un favor que le hacemos al Estado, es una obligación. Sin embargo, no todas las personas lo entienden así y muchas buscan todas las formas posibles para tratar de pagar menos impuestos de lo que deberían o, incluso, no pagar.

Quizás por eso es que la Administración Tributaria ha estado acostumbrada a desconfiar del contribuyente y tratar a todos como potenciales evasores. Ejemplos, lamentablemente, hay muchos. La semana pasada informamos sobre el tratamiento que le daban a la figura del fraccionamiento tributario. Un contribuyente que tiene interés en cumplir con sus obligaciones, pero no puede hacerlo por múltiples razones, tiene la posibilidad de solicitar que se fraccione su deuda y pagarla en partes.

Hasta hoy, lograr el fraccionamiento no es fácil. Se debe esperar que la Administración haya agotado su posibilidad de cobro y que la deuda entre en cobranza coactiva, solo después de eso se podrá solicitar el fraccionamiento. Muchas críticas se han dado al respecto, que es injusto, que no ayuda a los buenos contribuyentes, que es una actitud abusiva, etc.

Lo cierto es que las cifras parecen darle la razón a las suspicacias de la Administración Tributaria. Solo un 1% de las personas que pide fraccionamiento cumple con pagarlo en su totalidad.

Aun así, las críticas esgrimidas siguen siendo válidas: justos no pueden pagar por pecadores. Los buenos contribuyentes no deben ser castigados y al parecer la Administración Tributaria tiene el ánimo de corregirse. Por ello está preparando un nuevo reglamento que tomará en cuenta el récord del contribuyente, otorgándole mayores beneficios y siendo menos exigentes con aquellos considerados "buenos contribuyentes" (cifra que actualmente apenas llega a 23,000), además, distinguirá entre personas naturales y personas jurídicas, deudas de impuesto a la renta, monto a fraccionar y tiempo.

Sin duda un buen paso, pero aún quedan muchos otros, por ejemplo, es necesario que la Defensoría del Contribuyente salga de las manos del MEF, no es posible que la entidad que tiene bajo su ámbito a la Sunat, sea la misma que defienda a los contribuyentes, o se le dota de autonomía, o pasa a manos de la Defensoría del Pueblo. Es hora de ayudar a los justos y condenar a los pecadores.