LA ERA TRUMP. Hoy, Donald Trump se convertirá en el cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos, la mayor potencia económica y militar del mundo. Si bien no ganó el voto popular –Hillary Clinton lo superó por 2.87 millones de votos–, quienes cuestionan la legitimidad de su triunfo se basan en la intromisión rusa y la intervención del FBI días antes del sufragio.

Además de lo enrarecidos que resultaron los comicios de noviembre, lo que tiene al mundo en vilo es el carácter impredecible de Trump, un hombre irascible, egocéntrico y muy afecto a la adulación, que durante la campaña electoral se procuró el aplauso de casi medio país con promesas populistas y ataques a diestra y siniestra –salvo contra Rusia y Vladimir Putin–.

Si se esperaba un cambio de rumbo tras la investidura, Trump no ha emitido señales en ese sentido. Al contrario y al igual que él, la mayoría de su Gabinete carece de experiencia en el sector público, posee enormes fortunas y asumirá sus cargos con delicados conflictos de interés. Es el caso del nominado a la Secretaría del Tesoro, quien no declaró que posee US$ 100 millones en activos ni que es director de un fondo de inversión en las Islas Caimán.

Así las cosas, el nuevo "líder del mundo libre" –como se suele llamar a los mandatarios estadounidenses–, parece dispuesto a revertir el prestigio del cargo que su antecesor, Barack Obama, recuperó con un estilo totalmente opuesto, que heredó una economía en recesión y la reactivó (con énfasis en los sectores automotor y financiero), además de reformar la salud y promover la igualdad de derechos. En el ámbito internacional, Obama consiguió un acuerdo nuclear con Irán y descongeló las relaciones de su país con Cuba.

Ambos logros han sido duramente criticados por Trump, quien ha dado muestras de que toda su experiencia geopolítica la ganó siendo copropietario del concurso Miss Universo –vendió su participación en setiembre del 2015–.

Trump también ha prometido que fijará nuevos aranceles a productos chinos, lo que podría desencadenar una guerra comercial y frenar la incipiente recuperación de la economía mundial. Y quienes afirman que el Perú no se verá afectado, olvidan que Trump anunció que su país se retirará del Acuerdo Transpacífico (TPP), y si alguna vez decide "proteger" a sus agricultores, habrá que tocar madera para que no obstaculice la importación de cultivos peruanos.