Redacción Gestión

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ALERTA. Desde que el (JNE) convocó a elecciones regionales y municipales, el pasado 24 de enero, está suspendida la realización de publicidad estatal en cualquier medio público o privado. Por ello, genera confusión que solo sea necesario obtener la autorización del respectivo Jurado Electoral Especial (JEE) para los avisos en radio y televisión, mientras que para otros medios de comunicación, solo será necesario informar a la autoridad electoral a la semana siguiente de difundida la publicidad.

Esta especie de trabalenguas estaría indicando que está prohibido hacer publicidad con recursos del Estado, pero que sí puede hacerse con la condición de que se comunique luego de haberse difundido. Es lógico pensar que con reglas tan imprecisas, algunos presidentes regionales y alcaldes que buscan la reelección podrían encontrar la manera de comenzar sus campañas sin que la autoridad electoral pueda realmente intervenir. Y si este es un problema, un riesgo mayor es el uso de fondos públicos en las actividades proselitistas.

Si bien el presidente ha advertido que el Gobierno estará atento a cualquier indicio de destino indebido de los presupuestos departamentales, provinciales y distritales, mientras la Contraloría de la República continúe escasa de recursos –tanto humanos como presupuestales–, detectar esas posibles irregularidades durará más tiempo que la propia campaña electoral.

El otro peligro que enfrenta el país, que incluso es más latente que el uso ilegal de dinero del Fisco para financiar reelecciones, es la posibilidad de que aumente el número de las candidaturas de personajes con ideas de crecimiento y desarrollo obsoletas, y que ya han comenzado a azuzar a las poblaciones en varias zonas del interior.

Es bastante obvio que estos agitadores aprovecharán la campaña y las elecciones del próximo 5 de octubre para acercarse a sus verdaderas metas políticas: llegar al Congreso y tentar la Presidencia de la República el 2016. El retroceso económico que la gestión de ha causado en Cajamarca es motivo más que suficiente para que se piense en contrarrestar a otros que tienen sus mismas intenciones con candidaturas serias que no mientan a los electores.