Redacción Gestión

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ERRADICACIÓN. Los esfuerzos que ha venido realizando el Gobierno en su lucha contra el han traído resultados positivos en los últimos años. El año pasado, por ejemplo, el Gobierno pudo entrar a erradicar cultivos de coca en el valle del Monzón, una zona que había permanecido bajo el control del narcotráfico, y donde el Estado no había tenido ningún tipo de presencia, en las últimas tres décadas por lo menos.

Pero lo más interesante es que esta operación fue ejecutada con el consentimiento de los gremios y autoridades de la zona –los mismos que tan solo un año atrás se oponían violentamente a la injerencia del Estado con la consigna "coca o muerte"-. Mucho de este cambio de mentalidad se debe al acertado trabajo que ha venido cumpliendo bajo la dirección de Carmen Masías para comunicar un plan integral de desarrollo de cultivos alternativos que debe ir necesariamente mano a mano con la erradicación.

Con este enfoque frontal, pero también político, el año pasado el Gobierno ha logrado reducir el 15% del espacio cocalero, una tasa ampliamente superior a la de años anteriores, así como disminuir sustancialmente los ratios de resiembra en las zonas erradicadas.

Este año, sin embargo, con el intempestivo despido de Carmen Masías, el Gobierno ha decidido redirigir su estrategia hacia una de reconversión agrícola voluntaria a cargo del Ministerio de Agricultura (Minag), basada en un subsidio de productos sustitutos como el café y el cacao.

Ciertamente la erradicación forzosa parecía una estrategia prematura y riesgosa para al no haberse cumplido algunos prerrequisitos como el debilitamiento de la influencia de – que sí se había cumplido en el Monzón- o una campaña persistente de interdicción. Pero la alternativa que se ha escogido no presenta ninguna garantía. Menos aún si el Estado no cuenta con los elementos suficientes para comprobar que los subsidios correspondan, efectivamente, a quienes han erradicado sus propios cultivos de coca o que estos no se usan para nuevas plantaciones.

Es importante que durante este tiempo Devida siga con el trabajo político y social que ha venido haciendo, independientemente de quien tenga al frente.