ÍNDICE DE PROGRESO SOCIAL. La evolución de los ingresos no es la única medición del desarrollo, sobre todo para un país con tantas desigualdades como el Perú. Es por ello que para tener un diagnóstico más completo es preciso agregar indicadores sociales. El Índice de Progreso Social (IPS), publicado la semana pasada, puede ser interpretado como una dura llamada de atención: pese a que el atraso es alto, estamos avanzando muy lentamente para superarlo.

El IPS mide el desempeño de los países en la satisfacción de las necesidades sociales de sus ciudadanos, mediante 50 indicadores reunidos en tres dimensiones: necesidades humanas básicas, fundamentos del bienestar y oportunidades de progreso. El Perú alcanzó una calificación de 72.15 puntos, una mejora de solo 1.38 puntos respecto de la primera medición (realizada el 2014), con lo que ocupa el puesto 47 entre 128 países.

Sería irresponsable afirmar que esa posición es una muestra de que "estamos bien", pues si el Perú aspira a formar parte de la OCDE, es imperativo revertir el mal desempeño en muchos componentes. La dimensión en la que estamos peor es la de necesidades humanas básicas (puesto 72), pues salimos mal parados en sus cuatro rubros: nutrición y cuidado médico básico, agua y alcantarillado, vivienda y electricidad, y seguridad personal.

En fundamentos del bienestar (puesto 34), tenemos un segundo lugar en el menor número de muertes prematuras a causa de enfermedades no contagiosas, pero ese logro contrasta con los mediocres resultados en rubros como acceso al conocimiento básico y a la información. La calidad del medio ambiente es otro componente en que hace falta mucho trabajo.

La medición de las oportunidades de progreso pone en evidencia que todavía queda un largo camino para considerarnos una sociedad moderna y equitativa. Los rubros que mide el IPS son derechos personales, libertades personales, tolerancia e inclusión (que también evalúa la discriminación), y acceso a educación superior.

En su discurso inaugural, el presidente Kuczynski ofreció una "revolución social", pero los avances al respecto han sido casi nulos. Ni siquiera hay mejoras en materia de agua y desagüe, mucho menos en electricidad. Si se cree que los problemas se resolverán creando más programas sociales, nuestras debilidades estructurales continuarán lastrando nuestras, por ahora, escasas perspectivas de desarrollo.