PBI. La economía peruana apenas creció 0.17% en abril, muy por debajo de las tasas de febrero y marzo. La última vez que el PBI mensual aumentó tan poco fue en setiembre del 2009, cuando se sufría el impacto de la crisis financiera internacional.

Los causantes de la situación actual también son conocidos: El Niño costero, las paralizaciones de megaproyectos –no solo los que Odebrecht tenía a su cargo– y, sobre todo, la incapacidad de reacción del Gobierno, cuya política económica parece estar basada más en esperanzas de lo que suceda en los próximos meses que en resultados.

Al fenómeno climático solo habría que echarle toda la culpa por la contracción de la producción agrícola y de electricidad y agua, pues en el caso de construcción las caídas han ocurrido en diez de los últimos once meses. Por su parte, manufactura no termina de afianzarse y se redujo, pese al impulso de la pesca y de las exportaciones no tradicionales, mientras que comercio sumó su segundo mes consecutivo en rojo, en tanto que finanzas ya lleva tres.

Esta cuasi parálisis del aparato productivo se refleja en el empleo, que solo creció 1% en el trimestre marzo-mayo, respecto del mismo periodo del 2016. Esa tasa solo fue posible gracias a la campaña por el Día de la Madre –lo que significa que fueron puestos de trabajo temporales y poco calificados–, que generó un alza de 9% en las contrataciones del sector comercio, pues manufactura y construcción registraron caídas (5.9% y 4.4%, respectivamente).

El MEF envió una nota de prensa informando que algunos indicadores adelantados de mayo muestran el inicio de la "aceleración" de la economía. Pero solo cita el aumento de la demanda por electricidad y de la importación de materiales de construcción, pues otros como la inversión en minería e hidrocarburos corresponden al primer trimestre.

También se reafirma en su promesa de aumentar la inversión pública en 15% este año.

Esta columna advertía ayer que es momento de que el Gobierno replantee sus políticas. Al respecto, es preciso hacer los ajustes necesarios en materia tributaria, además de priorizar las reformas que se intenta implementar, con énfasis en las que apuntan a mejorar la eficiencia del gasto público.

También hay que retomar acciones postergadas como el destrabe de proyectos mineros. Si el Gobierno continúa confiando en sus proyecciones, la economía corre el riesgo de estancarse.