CASO CHINCHERO. Lo acontecido con el contrato de concesión del aeropuerto Chinchero es apenas la punta de una madeja de problemas que aqueja a algunos de los esquemas de asociaciones público – privadas (APP).

A pesar de los inconvenientes generados en los últimos años, sería inadecuado decir que el Estado debe regresar a su antiguo rol de proveedor de servicios y dejar de contar con el sector privado para asumir algunas de estas prestaciones. La experiencia demuestra que en muchos casos la alianza entre el Estado y los privados ha sido positiva, a pesar de las trabas que se han enfrentado en más de un caso.

En realidad, cuando los proyectos eran rentables económicamente y el privado asumía todo el costo los inconvenientes han sido menores. Los mayores problemas y, por ende, la desconfianza, se han generado en aquellos casos donde si bien el proyecto es socialmente importante para el país, no resulta económicamente rentable para el privado y por ello se requiere de un cofinanciamiento del Estado.

Y es en esos supuestos donde resulta necesario afinar la legislación, pero sobre todo contar con personal de primer nivel para diseñar los contratos. Si un contrato nace mal estructurado, no hay forma de que pueda generar un resultado positivo (el caso Chinchero ha sido una muestra de ello), pues ante una mala propuesta lo más seguro es que los postores que lleguen no sean los mejores.

Aun en los casos en que el Estado deba cofinanciar la obra se debe buscar el mayor beneficio para el país, lo que implica permitir el concurso solo de los postores que tengan la solvencia económica necesaria y dejar que sea el privado el que se encargue de la financiación al 100% y solo al final de la obra empezar a pagar la parte que le correspondería al Gobierno.

Álvaro Quijandría tiene en sus manos la posibilidad de darle una nueva imagen a ProInversión y desterrar la mala percepción que existe hoy sobre las APP. Para lograrlo necesita rediseñar adecuadamente dos de los proyectos que más controversia han causado en los últimos meses, el gasoducto del sur y el aeropuerto de Chinchero, además de ser muy escrupulosos en el diseño de las próximas APP que otorgue este Gobierno.

Este es el momento de mirar más allá del árbol y ver el bosque, tanto el Gobierno como los privados deben aprender de los errores cometidos.