AGENDA LABORAL. El mal momento que atraviesa la economía se ve reflejado en diversas áreas y quizás la más sensible es la del empleo. Así, según las últimas cifras del INEI, en el primer trimestre del año el número de empleos creados en Lima ha sido mucho menor al generado en el mismo periodo del año pasado, pero la mayoría de ellos se califican como subempleo invisible, es decir, el sueldo es menor a la remuneración mínima vital.

La preocupación por la formalización del empleo ha sido una constante en los últimos gobiernos y la administración Kuczynski no es la diferencia. No en vano el ministro de Trabajo ha adelantado que en el discurso del 28 de julio el presidente presentará una propuesta de reforma sociolaboral.

Desde los gremios empresariales y de trabajadores, lograr la formalización laboral también es una aspiración, el problema en los últimos años es que estos tres actores (Gobierno, empresarios y trabajadores) no se han puesto de acuerdo en qué significa lograr la formalidad y cuál es el camino para conseguirla. Ni sentados en la misma mesa han logrado ponerse de acuerdo y en muchas ocasiones los gobiernos han preferido evitar confrontaciones y han pospuesto los cambios que se requerían, pero, además, no hay evidencia que algún país en el mundo haya logrado dar un salto económico solo con la formalización.

El actual Gobierno muestra la intención de dar algunos pasos adelante en la agenda laboral, por ejemplo, se han dado facilidades para la contratación de jóvenes y se está tratando de viabilizar la posibilidad del cese colectivo de trabajadores con la implementación de un sistema de compensaciones. Además, ya se ha anunciado que se reducirán a tres los regímenes laborales y un equipo de especialistas viene trabajando un planteamiento de reformas económicas no solo para financiar mejoras en el sistema de pensiones sino también en el esquema de salud y protección ante el desempleo.

Sin embargo, desde el interior del Ejecutivo también existen diferencias sobre cuál es el camino que debe seguir la reforma laboral. A través de diversas declaraciones ha quedado claro que la visión del ministro de Economía es diferente a la del ministro de Trabajo, mientras el primero considera que los sobrecostos laborales llegan a 40% y 50% del salario, el segundo reconoce la existencia de sobrecostos, pero en un porcentaje mucho menor.

El Gabinete necesitará más que buenas intenciones si quiere llevar adelante la reforma laboral que el país requiere, y para lograr los resultados esperados todos los involucrados deberían hablar un mismo idioma.