Minería. (Foto: Difusión)
Minería. (Foto: Difusión)

En el debate público son principalmente dos los argumentos que se esgrimen para oponerse al desarrollo minero en el país: el impacto ambiental y la poca carga fiscal que enfrentarían las empresas mineras gracias a una serie de beneficios y ‘gollerías’ de los que disfrutan indebidamente. Para examinar este segundo punto, el Instituto Peruano de Economía (IPE) elaboró un documento sobre la estructura tributaria minera en el Perú que fue presentado a finales de agosto.

El informe analiza algunas características del sistema tributario del sector –como la devolución de IGV o la depreciación acelerada– y las compara con otros sectores de la economía peruana y con las prácticas internacionales.

La conclusión es que la minería no goza de beneficios extraordinarios y, por el contrario, ha sido en las últimas décadas uno de los principales contribuyentes al fisco con una presión impositiva total que excede aquella de otros sectores. Por mencionar solo un dato: a pesar de representar no más del 9% del producto bruto interno (PBI) en promedio en los últimos diez años, la minería ha explicado más del 17% del Impuesto a la Renta que pagan las empresas en el mismo periodo.

En referencia a este trabajo, César Flores, del Grupo de Justicia Fiscal, publicó en estas páginas (Gestión 16.09.2019) una crítica en la que argumentaba que el análisis tenía un error: no había recogido “los verdaderos costos de operación entre países (…), como si el costo de producir cobre, oro y otro mineral fuese el mismo en cualquier país”. Luego, aludía al menor costo operativo que tiene el Perú con respecto de países competidores, lo que lleva, obviamente, a mayor rentabilidad en igualdad de condiciones.

Hay dos puntos centrales que aclarar al respecto. Primero, que la mayor rentabilidad debida a menores costos operativos se traduce, precisamente, en mayor pago de impuestos (y con una tasa que crece con las ganancias, además). Si en el Perú es más barato explotar cobre o plata, en buena hora, la utilidad será mayor y se pagará más tributos. No hay nada extraño y nada que ajustar aquí.

Segundo, comparar cargas tributarias en función de la competitividad de los países para “equilibrarlas” puede llevar a sinsentidos. Sería como decir que, dado que el Perú tiene valles más fértiles que Chile, habría que gravar más a la agroexportación peruana para eliminar esa “injusta” ventaja.

Así, una vez aclarado el esquema tributario minero, la siguiente etapa de la discusión pública debe ser quizá aún más importante: ¿qué se ha hecho con los miles de millones de soles que ha pagado la minería en los últimos diez años?