Alexandra Ames, Jefa del Observatorio de Políticas Públicas de la U. Pacífico
Perú ha sido uno de los países de América Latina más golpeados por la pandemia. La debilidad de nuestras instituciones y la poca capacidad de nuestra burocracia ha hecho posible que seamos uno de los países del mundo con mayor mortalidad por millón de habitantes y a la vez con un golpe muy fuerte a la economía.
El segundo trimestre del 2020 arrojó cifras preocupantes en donde cayó el empleo y también los ingresos. Sin embargo, en el último reporte de Evidencia que presentamos en el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad del Pacífico, podemos notar cómo los ingresos de los dependientes lograron casi mantenerse a diferencia de los independientes que tuvieron una caída significativa.
Si se analiza la caída de los ingresos por tamaño de empresa, vemos que tanto las empresas más pequeñas como las medianas y grandes mostraron una caída muy grande de ingresos de sus trabajadores durante el segundo trimestre del año. Sin embargo, a partir del tercer trimestre vemos que las empresas con mayor número de trabajadores empiezan a recuperarse rápidamente en término de ingresos, a diferencia de las empresas más pequeñas que aún no logran recuperarse. Esto se explica porque somos un país con 70% de informalidad y en donde no tenemos un sistema de protección social sólido que permita mitigar los efectos de los shocks económicos en los micronegocios, lo que afecta directamente a las familias.
Por décadas hemos sido el ejemplo de un país próspero, gracias a su “milagro económico” logramos posicionarnos rápidamente en un país de renta media alta, pero no hemos sido capaces de convertir nuestro progreso económico en progreso social para las personas. Hoy tenemos 3 millones de nuevos pobres en el país. Eso hace que retrocedamos 10 años de lucha contra la pobreza.
¿Qué debemos hacer para recuperarnos? Primero tenemos que ser conscientes de que las crisis van a seguir viniendo, pero esta vez tenemos que estar preparados para ello. Tenemos que hacer las cosas diferente y entender que la economía es un medio y no un fin en sí mismo. El crecimiento económico debe estar al servicio de las personas, pero sobre todo al servicio de las personas más vulnerables, de aquellas personas que no pueden salir solas de la crisis y que necesitan ayuda del Estado.
Por ello, es urgente pensar en medidas que ayuden a combatir la pobreza entregando capacidades para que la gente pueda incrementar sus ingresos. La principal fuerza de trabajo del Perú está en las microempresas y no solemos priorizar este sector cuando hablamos de incentivos. Urge apostar por la competitividad y productividad de las mypes, solo así lograremos un crecimiento económico sin que nadie quede fuera, por ello es necesaria esta estrategia de abajo hacia arriba y no al revés, como lo hemos venido haciendo.